jueves, 16 de junio de 2011
Un tinto, por favor
Recuerdo la primera vez que vine a Bogotá. Eran las 4 de la tarde y llegué a casa de una amiga a visitarla después de comer. A los pocos minutos me dijo: "¿Quieres un tinto?" Yo me quedé de piedra y pensé, pero bueno, ¿un vino a estas horas? Si lo que me apetece es tomarme un café. Y precisamente eso fue lo que me preparó, un delicioso café colombiano, conocido aquí como "tinto", y que viene a ser como un americano, con mucha agua y poco café.
Yo tomo tinto -del negro no del rojo, no penséis mal- a todas horas, por la mañana, por la tarde, por la noche. Por algo estoy en la tierra del café y además he leído que la cafeína tiene propiedades antioxidantes, ayuda a disminuir la concentración de azúcar en la sangre, despierta la actividad mental y acelera el proceso de pensamiento. Y todo esto, me hace mucha falta.
Aquí nadie se pone de acuerdo sobre quién introdujo el cultivo del café, ni cuándo, ni cuál fue la región del país donde se hicieron las primeras plantaciones. Pero he leído que hay un personaje clave en toda esta historia, Francisco Romero, el párroco de una localidad que se llama Salazar de las Palmas, ferviente admirador de la planta, quien imponía como penitencia a sus feligreses la siembra de cafetos, según la gravedad de sus pecados. El ejemplo lo adoptaron otros sacerdotes y, de esta forma, se propagó el cultivo.
En Colombia, los cultivos del café se encuentran, en su gran mayoría, sobre las laderas de las tres cordilleras de los Andes y en menor escala, en la Sierra Nevada de Santa Marta. Estas zonas reúnen las condiciones ideales: entre 1.200 y 1.800 metros de altura sobre el nivel del mar; una temperatura media que oscila entre los 19 y 21,5 grados centígrados; 120 milímetros de lluvia al mes; humedad, vientos de poca fuerza y unas 1.600 y 2.000 horas de sol al año. Ahí es nada.
El café se cultiva durante todo el año. Se dan dos cosechas, una grande llamada cosecha principal y una pequeña, la traviesa o mitaca, que produce aproximadamente una tercera parte de la principal.
Y para terminar, una deliciosa receta de café al jengibre. Para cuatro personas necesitamos 4 cucharadas soperas de café molido, 1 pizca de jengibre, 4 cucharaditas de miel y 4 de nata. Mezclar el café con el jengibre y preparar un café corto. Poner en las tazas miel, verter el café y decorar con la nata.
¡Bon appétit!
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Vaya, siendo como soy del país cafetero y vengo ahora a aprender otras cosas del café, definitivamente todos los días se aprende algo nuevo.
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