sábado, 30 de julio de 2011

El primer abstracto colombiano


"Se buscan familiares de Marco Ospina". Este anuncio apareció el año pasado en el periódico El Tiempo. Nadie en el mundo del arte sabía qué había pasado con la obra de Ospina, el primer pintor abstracto colombiano. Todo estaba perdido. Tan sólo había localizadas cinco o siete piezas. Y ocurrió el milagro. En México apareció su hija y con ella 500 obras entre acuarelas, pinturas y dibujos.

Marco Ospina nunca fue un artista reconocido, ni sus obras inundaron el mercado; tampoco llegaron a las subastas internacionales. Pero él aterrizó antes que otros colombianos, como Wiedemann, Negret y Ramírez Villamizar, en el fascinante territorio de la abstracción, en una época en la que el arte nacional se debatía entre el muralismo mexicano o la academia francesa. Su Capricho vegetal, de 1943, es la obra que inaugura el arte abstracto en Colombia.

Caricaturista, diseñador de carteles y escenografías teatrales, muralista, escritor para publicaciones de corte político, profesor y crítico de arte, nació en Bogotá en 1932, murió en 1983 y perteneció a la Generación Bauche junto con otros artistas que plasmaron la identidad nacional y las raíces históricas.

Hace unos días visité en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño de Bogotá la exposición "Pintura y Realidad", que toma el nombre de un ensayo en el que, en veintiún páginas y con imágenes de Buda y Picasso, Marco Ospina dice cosas como que “el arte de la pintura es el arte del espacio, de la forma y de los colores. Ha sido creado por el hombre con el fin de plasmar el ritmo y la armonía que rigen el movimiento de todos los seres y de todos los fenómenos del universo”. Tendré que buscar este libro.

Yo para terminar me quedo con una cita de su hija Zoraida: "Para mi papá la abstracción estaba en la naturaleza. Me decía que un árbol no era el mismo desde cierta distancia o en un atardecer en Boyacá".

jueves, 28 de julio de 2011

Qué chévere

Me sigue sorprendiendo y divirtiendo cómo hablan los colombianos. Llevo días apuntando en mi libreta expresiones y palabras típicas de aquí. Ahí van algunas de ellas. Espero acertar con esta selección de racamandaca, es decir, de lo mejor. Que ustedes la disfruten.

Deprimido es achilado, pero si por el contrario lo que te pasa es que estás medio muerto porque te ha pegado mucho el sol pasas a estar achajuanado.

La prisa aquí es afán, un bacán es una persona o cosa buena y un churro, un tipo guapo. Los cachacos o rolos son los bogotanos y el que trabaja, camellea. Un cocacolo es un adolescente, un chino, un niño, y todo lo bueno y divertido es chévere. En el carro -coche- no pisas el acelerador sino la chancleta.

Algo de mal gusto es charro y las cosas de poco valor que la gente acumula se llaman chécheres. Si alguien te da plantón te deja con los crespos hechos y el duro es hábil o inteligente. La persona que echa carreta habla mucho y el que la embarrala comete un error.

Limpiabotas es embolador, empeloto es ir desnudo y un esfero es un bolígrado. Estar en la olla es no tener un pavo y no me friegues más significa no me molestes más. Jartera equivale a aburrimiento y cuando alguien es juicioso es aplicado y, además, se porta bien.

La tusa es el mal de amores y mirringa equivale a un poquito. El que para bolas presta atención y el que tiene parce o parcero posee un amigo. Pecueca es mal olor de pies y un pelado es un niño. Para saludarse dicen quiubo o quai. Tenaz es algo difícil, vieja es mujer y verraco equivale a grande, extraordinario o valiente.

Pues imaginaros todo esto dicho con la gracia y el acento de los colombianos. Yo disfruto escuchándolos.

miércoles, 27 de julio de 2011

Fumando espero al hombre a quien yo quiero

Hace tan sólo unos días prohibieron aquí en Colombia la venta en la calle de cigarrillos sueltos. Con lo que me gustaba comprarme un marlborico como cuando tenía quince años y fumármelo tranquilamente por la calle o donde me apeteciera. Pues no, se me acabó el chollo.

Ahora lo que quieren es ¡prohibir fumar en la calle! El Gobierno colombiano está preparando un proyecto de ley que va a discutir esta semana para imponer severas restricciones al consumo de tabaco y de sustancias psicoactivas y alcohólicas. Si sale adelante, nos tendremos que olvidar, entre otras cosas, de fumar tabaco y derivados en vías, parques y plazas públicas. Ni qué decir de colegios, hospitales, bares, hoteles, discotecas, etcétera, etcétera, donde ya está más que prohibido.

Os podéis imaginar la que se va a liar en el Congreso porque, además, lo que pretende el Ministerio del Interior es prohibir la publicidad de bebidas alcohólicas en estadios, salas de cine, teatros y "cualquier otro recinto con acceso al público o dedicado a actividades culturales o deportivas". ¿Y qué van a hacer con la cerveza Club Colombia que lleva no sé cuántos años patrocinando a la Selección Colombiana de Fútbol? El asunto puede convertirse en una tragedia nacional.

¡Ah! Y a los que os guste el Redbull y esas pócimas energizantes, olvidaros, si sale la ley adelante, de poderlas comprar en máquinas dispensadoras porque también van a por ellas.

Así están las cosas, menuda faena. Entonces ¿se me acabó cantar en la calle eso de "Fumando espero al hombre a quien yo quiero"?

martes, 26 de julio de 2011

Feliza y el elefante

Decía Feliza Bursztyn que todo es cuestión de inspiración (algo muy serio) y de soldaduras. Ayer descubrí la obra de esta colombiana que revolucionó con sus chatarras la escultura nacional, convirtiendo en arte el metálico desperdicio. Ahí la veis en la foto, trabajando con su inseparable collar de perlas.

Nacida en Bogotá en 1933, aprendió con Baldaccini a trabajar con poliuretano, metal desechado y maquinaria. Sin dinero ni para comprar chatarra, sus primeras obras las fabricó con latas de Nescafé que encontró en casa del arquitecto Rogelio Salmona.

Rebelde sin causa y dueña de una imaginación inagotable, a muchos de su época ni gustó su obra, tampoco su confesa simpatía por la izquierda ni sus sus idas y venidas a La Habana. Pero a ella le dio bastante igual, creó las primeras instalaciones que se vieron en Colombia, dotó al espacio y al espectador de otros protagonismos desconocidos para la época y trabajó y trabajó hasta que un 24 de julio de 1981 unos militares disfrazados de civil entraron en su casa con la excusa de buscar la espada de Bolívar que había sido robada y que luego se supo que se la habían llevado los del M-19. Pero lo único que registraron a fondo fue la cama matrimonial, que desarmaron y volvieron a armar. "Tal vez buscaban mis polvos perdidos", comentó más tarde Feliza con su gran sentido del humor. Lo que sí encontraron fue una vieja pistola Beretta que guardaba como chatarra, pretexto para acusarla y detenerla. Con el alma partida en dos, la artista tuvo que abandonar para siempre Colombia. Murió en París en 1982, tras unos años en México.

Tras su muerte, su gran amigo Gabriel García Márquez, escribió en El País: "Feliza no ha hecho nada más subversivo que convertir en obras de arte los accidentes de tránsito, con una temeridad que le ha costado una limitación pulmonar muy seria por los vapores tóxicos de la fundición, una limitación, dicho sea de paso, que le ha causado trastornos respiratorios, pero que no le ha quitado alientos para disparar las palabras del más grueso calibre en las visitas de sociedad".

Y lo que son las cosas. Ayer también me enteré de que mi amigo el poeta Ramón Cote -del que os he hablado en este blog- pasaba de pequeño los veranos en casa de Feliza en Medellín y que de estas aventuras veraniegas nació su libro "Feliza y el elefante" -que buscaré sin falta mañana en la librería- que escribió pensando en sus hijas y en el que Ramón nos habla del amor de la artista por el olor a vainilla, de su colección de mariposas disecadas, de su estrafalario carro anaranjado que siempre la dejaba tirada y de un insólito trasto de varillas colocado sobre un par de ruedas que le regaló y que no era otra cosa que un elefante.

lunes, 25 de julio de 2011

¡Viva el milagro de la zumba!


Caleño tenía que ser. ¿De dónde? De Cali, la ciudad de la salsa. ¿Quién? Alberto "Beto Pérez, el que se inventó la zumba. ¿Perdón, la qué? La zumba, una especie de aerobic que combina pasos de reggaeton, salsa, merengue, calypso, bachata, flamenco y hasta danza del vientre con ejercicios de tonificación muscular y que se ha convertido en todo un fenómeno mundial.

El tal Berto, que de pequeño ya era toda una figura del baile y le encantaba imitar a Travolta, comenzó su carrera como bailarín en las calles de Cali, donde llegó a ser profesor de gimnasia. Un día, olvidó en casa la música para una de sus clases de aerobic y ni corto ni perezoso decidió improvisar con unos cedés de salsa que llevaba en su coche. Y así de fácil nació la zumba. Y yo me pregunto: ¿Y por qué no se me ocurriría a mí antes esta genial idea?

La zumba empezó a hacerse bien famosa en Colombia y hasta Shakira -uy últimamente esta chica está hasta en la sopa- contrató a Berto como coreógrafo. Pero el chico tenía otras aspiraciones y decidió marcharse en busca del sueño americano. Y lo consiguió -no sólo pasa en las películas, no. En Miami, se asoció con otros dos colombianos y crearon Zumba Fitness, una máquina de hacer dinero y todo un movimiento mundial. En la actualidad, Zumba es uno de los principales programas de acondicionamiento físico del mundo, con más de dos millones de DVD vendidos y 5.000 instructores en más de 30 países -hasta en Murcia, mi ciudad, hay uno -, quienes entrenan ¡a mas un millón de personas semanalmente! Hay zumba para niños, zumba para mayores, aqua zumba y hasta un vídeo juego para la Wii y una línea de ropa.

¡Viva el milagro de la zumba!

domingo, 24 de julio de 2011

Mil y una curiosidades curiosas

Hugo Montero Silva lleva cerca de 30 años vendiendo mil y una curiosidades curiosas -como él las llama- en el Mercado de las Pulgas de San Alejo, en Bogotá. La foto es un detalle de todo lo que vende este personaje al que he conocido esta mañana. En su "puestico" puedes encontrar teléfonos, cubiertos, cámaras de fotos, botones, libros, muñecos,ropa, lámparas, máquinas de escribir, gafas, limas para los pies, espejos, perfumes, esmalte de uñas, relojes, zapatos, calculadoras, cepillos, adornos, tornillos, velas. ¡Y hasta una bota de vino y una tapa para el water -llamada aquí bizcocho y no me preguntéis por qué- forrada de sky blanco!. Qué locura. Un inciso: bizcocho, aquí en Colombia, significa además, pastel dulce y persona de aspecto agradable. No sé qué tendrá que ver una cosa con la otra.

En fin, que esta mañana me he dado un paseo por este mercado - que abre los domingos y festivos- y no os podéis ni imaginar todo lo que se vende allí. La mitad no sirve para nada, claro y, como he oído a alguien decir, "Aquí todo es una viejera".

La verdad he pasado un rato muy agradable y al salir he tenido la grandísima suerte de encontrarme con esta familia que nos ha terminado de amenizar la mañana a ritmo de vallenato. Una delicia.

sábado, 23 de julio de 2011

La moda del bike polo

Hoy me enterado de que Bogotá es la primera ciudad de Latinoamérica donde se empezó a practicar hace muy poco tiempo el bike polo, es decir el polo sobre bicicleta. Precisamente el mes pasado se celebró en el Parque Nacional de esta ciudad el primer torneo de este deporte, también conocido como cycle polo o bicipolo, inventado en 1891 por un irlandés llamado Richard J. Mecredy y que causa furor desde hace años en Francia y EE.UU.

¿Y cómo se juega a esto? Hay dos equipos, de tres jugadores cada uno, montados en sus bicicletas y con un mallet o palo de un metro con el que tienen que desplazar la pelota. Los partidos se juegan a cinco goles o a diez minutos, lo que se cumpla primero. Dos de las reglas básicas son no tocar el piso con los pies -pues menudo equilibrio hay que tener- y no anotar con otra parte del mallet que no sea el borde.

Los aficionados a este deporte en Bogotá se reúnen los jueves en el barrio de Usaquén y los sábados en el de El Polo. Un día de estos tendré que acercarme a verlos.

Os dejo un vídeo. Los tipos son franceses, no colombianos, pero está bien para que os hagáis una idea http://vimeo.com/16618017

Por cierto ¿alguien sabe si en España se practica este deporte?

viernes, 22 de julio de 2011

Angélica María, la melancolía y los indios con relleno de abstinencia

Joseph Beuys llegó a decir alguna vez que un buen artista tiene que ser un buen cocinero. Mi amiga Angélica María Zorrilla cumple a la perfección con los dos requisitos. Lo de cocinar le viene de familia. Con 5 años ya batía huevos y amasaba arepas en casa y en "Lasañitas", el restaurante que su madre, Liliana, tenía en Cali y que luego abriría en San Andrés y en Bogotá. De su bisabuela, que regentaba un hostal, guarda un libro de recetas que ha prometido enseñarme. La vena artística la ha heredado en parte de su abuelo materno, hijo de andaluz, poeta, pianista y fundador de la revista "Pétalos", y de su padre, publicista y dibujante.

Ayer, hablando de su trabajo artístico, me contó que durante seis años ha investigado sobre la melancolía para -dice- sobrevivir a ella. Y lo que ha descubierto es que este estado, que nada tiene que ver con la tristeza pero sí con la incapacidad para relacionarse, no es exclusivo de los humanos. Los osos panda, los hormigueros, el topo, el aguará guazú o el petirrojo europeo que ella dibuja sobre filtros de café también llegan a vivir aislados durante todo el año y sólo se relacionan en épocas de reproducción.

Pero dejemos a la Angélica artista y volvamos a la Ángelica cocinera que ayer nos preparó una deliciosa cena típica de su ciudad, Cali, y que compartimos con Catalina, Luz, Marina, Sara y Daniel. Ahí va el menú.

Sopa de tortilla en caldo de costilla de res. Las tortillas, para quienes no lo sepáis, están hechas de una masa de maíz blanco frita.

Indios con relleno de abstinencia. Hojas de repollo que envuelven un guiso de papa criolla con tomate, cebolla larga y cabezona, huevo duro y sazonado con tomillo, oréganos y ajos machacados con la piedra de río que Angélica María ha heredado de su mamá. Y es que en Cali, cada cocinera tiene que encontrar en el río Pance la piedra que le servirá para machacar el ajo, la carne y los plátanos. Linda historia.

Aborrajados de maduro. Tajadas de plátano maduro fritas y rellenas de queso y cubiertas con huevo, harina, sal y pimienta.

Masitas de arracacha, yuca y papa guata.

¿Para chuparse los dedos verdad? Pues sí y todo gracias a Ángelica que pone tanto amor en todo lo que hace.

Aquí podéis ver todo su trabajo www.angelicamariazorrila.com

jueves, 21 de julio de 2011

La Barbie, la Harley y los Corn Flakes de Carlos Duque


La fotografía que veis es de Carlos Duque y pertenece a su último trabajo "Shopping planet" que he visto esta mañana en la Galería El Museo de Bogotá. Duque es, además de fotógrafo, diseñador gráfico, publicista y responsable de muchas campañas políticas. Famosa es su frase "Vamos a cambiarle el look a Álvaro Uribe, hay que quitarle esas gafas de culo de botella que lo hacen parecer un odontólogo sesentero".

Ahora, Duque fotografía una Barbie y su cursi casa rosada junto a un grupo de niñas de miradas triste y rodeadas de muñecas descabezadas. O una flamante Harley-Davidson al lado de una familia de inmigrantes, en una vivienda que se cae llena de viejas ruedas. O un apetitoso desayuno, en el que no falta el paquete de Corn Flakes o los huevos fritos que nunca se podrán comer los niños hambrientos y sucios que aparecen en otra de sus fotos.

Conocidos productos, marcas y símbolos como "La Marilyn" de Warhol, la tele de plasma, el árbol de Navidad, la lavadora o el suavizante "Momentos mágicos" sirven a Carlos Duque para dramatizar el falso sueño de la publicidad. A mí ha conseguido impresionarme su reflexión sobre la agresividad de la globalización y la cultura del consumo. Si estáis en Bogotá no dejéis de ir a ver esta exposición.

miércoles, 20 de julio de 2011

Bolivar y el florero de Llorente

Hoy se cumplen 201 años de la independencia de Colombia. ¿Sabéis cómo y dónde comenzó todo? Con un florero y en Bogotá. Os lo cuento.

Los criollos, hastiados, humillados y apartados de la vida política por los españoles, pensaron en provocar un enfrentamiento de orden público y así tener una excusa para expresar su descontento.

Y llego la fecha elegida. El 20 de julio de 1810, según el plan ideado, un grupo ce criollos se plantó en casa del comerciante español José González Llorente para pedirle prestado un florero con el que adornar la mesa de un banquete que se iba a celebrar en honor al comisario real Antonio Villaviciencio. Si el español se negaba al préstamo, los criollos ya tendrían una excusa para empezar con el lío. Efectivamente Llorente dijo que no, pero lo hizo con educación, explicando que había prestado ya el florero varias veces y que se estaba deteriorando. El plan A había fallado, había que conseguir armar follón fuera como fuera, así que hubo que recurrir al plan B. Así, otro criollo, Francisco José de Caldas, pasó por enfrente del almacén del comerciante y lo saludó. Fue entonces cuando Antonio Morales, otro de los cabecillas criollos, lo reprendió por dirigirle la palabra a un "chapetón", enemigo de los americanos, y comenzó a gritar que el comerciante español los había insultado. El follón estaba ya montado. Los primeros gritos contra los españoles empezaron a oírse en la plaza, abarrotada de gente por ser día de mercado: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! ¡Arriba la independencia!

Tras estas revueltas se formó la Junta de Gobierno que vino a sustituir al Virreinato pero a la independencia todavía le quedaba un largo camino por recorrer que culminaría el 7 de agosto de 1819 en la Batalla de Boyacá con Simón Bolivar a la cabeza.

Por cierto, según estudios recientes, Bolivar no murió de tuberculosis, como les han enseñado en el colegio a todos los colombianos desde bien pequeños, sino por un desequilibrio hidroelectrolítico que traducido a cristiano significa una pérdida elevada de agua, sodio, bicarbonato y potasio a través del intestino.

Hoy creo que es un magnífico día para empezar a leer la biografía escrita por el colombiano William Ospina sobre "El libertador", ese hombre al que "la política intentó convertir en estatua, detenerlo en el mármol, pero su leyenda se fue extendiendo por la historia, por el arte y por la literatura".

martes, 19 de julio de 2011

A frenazo limpio


Bueno, a ver si soy capaz de describiros con precisión cómo es uno de mis viajes en autobús por esta ciudad.

Salgo a la puerta de mi casa, bajo por la calle de enfrente hasta la carrera 7 y donde me viene bien -después de dejarme la vista porque los carteles de los autobuses con la ruta tienen una letra bien pequeña y toda enmarañada- alzo la mano y paro a uno. En Bogotá no existen paradas -paraderos- fijas. Yo encantada, claro, porque he tenido que andar lo justo pero imaginaros cómo viven el frenazo para que yo me suba los pasajeros que van ya montados.

Una vez arriba, ahora me toca a mí sufrir, qué os habíais pensado. Estoy todavía atrapada en el maldito torniquete de hierro de la entrada del que os he hablado ya más de una vez, con el dinero en la mano y con la otra sujetando el bolso como puedo- cuando la buseta vuelve a pegar un frenazo de escándalo porque uno de los pasajeros quiere bajarse. Pero bueno, me pregunto yo, ¿por qué no se ha bajado un minuto antes cuando yo me he subido? Misterios de la vida.

Bueno, consigo ir hacia atrás y de repente, toma, otro frenazo de órdago. Dios mío ¡casi salgo disparada por la ventana! ¿Y ahora qué pasa? Pues que una señora que está en la calle se quiere subir. Metros recorridos desde que cogí el bus: no más de dos, de verdad que no exagero, y ya hemos hecho tres paradas.

Seguimos en ruta. El bus enfila y coge velocidad. Bien, pienso, yo, unos minutos de tranquilidad pero, no, pum, otro frenazo. Y éste, con las ruedas chirriando y todo. No, si al final la palmo de tanto susto. ¿Cuál es ahora el problema? Pues que el autobús de delante ha tenido que parar porque alguien ha decidido que le venía bien bajarse en ese punto concreto. Y así me tiro todo el trayecto hasta que llego a mi destino.

De verdad, no hay quien se relaje. Por favor: ¡Paraderos fijos de autobuses en Bogotá YA!

lunes, 18 de julio de 2011

"La Gran Catarata" de Edgar Negret


La escultura que veis en la foto está en el Parque del Virrey de Bogotá. Se llama "La Gran Catarata" y es de Edgar Negret, uno de los artistas colombianos más originales. Disfruto mucho pasando cerca de esta anaranjada caída de agua metálica, de más de 4 metros de altura, en la que el tiempo parece haberse congelado. Y me encanta rodearla, atravesarla, mirarla de arriba a abajo, de abajo arriba.

Pionero en Colombia de la escultura abstracta, Negret nació en Popayán en 1920 y su obra, fuera de todos los límites de la imaginación, siempre se ha movido alrededor de cuatro pilares: la máquina, el espíritu, los ancestros y la naturaleza exhuberante y con mayúsculas de Colombia.

Fue precisamente en Popayán donde conoció al escultor español Jorge de Oteiza, uno de sus grandes maestros y a quien yo mucho admiro, que le enseñó cómo hacer hablar a la materia. De él, Negret dijo: "El verdadero maestro es el que nos enseña a enseñarnos, el que inquieta y perturba... Y cuando su fuerza es avasallante es una suerte que desaparezca". En Nueva York quedó deslumbrado por los objetos móviles de Calder, suspendidos y girando como pájaros. En la obra de Gaudí encontró soluciones para sus problemas artísticos. Fue en Mallorca donde aprendió a modelar el hierro con brío. Su obra es un delicado juego de vacios y llenos, de entradas y salidas.

A mí me fascina todo lo que hace. ¿Qué os parece a vosotros?

domingo, 17 de julio de 2011

Cielito lindo II


Hoy me quedo con un poema de Mario Benedetti. La foto es de Estefanía Cardona. Gracias otra vez preciosa.

Otro cielo

No existe esponja para lavar el cielo
pero aunque pudieras enjabonarlo
y luego echarle baldes y baldes de mar
y colgarlo al sol para que se seque
siempre te faltaría un pájaro en silencio.

No existen métodos para tocar el cielo
pero aunque te estiraras como una palma
y lograras rozarlo en tus delirios
y supieras por fin cómo es al tacto
siempre te faltaría la nube de algodón.

No existe un puente para cruzar el cielo
pero aunque consiguieras llegar a la otra orilla
a fuerza de memoria y pronósticos
y comprobaras que no es tan difícil
siempre te faltaría el pino del crepúsculo.

Eso porque se trata de un cielo que no es tuyo
aunque sea impetuoso y desgarrado
en cambio cuando llegues al que te pertenece
no lo querrás lavar ni tocar ni cruzar
pero estarán el pájaro y la nube y el pino.

Bhagavad Gita sobre cuatro ruedas

Y yo que pensaba que había visto ya de todo en los autobuses de Bogotá. Que si un señor enfermo pidiendo pesos para comprar medicinas; que si una señora vendiendo bolígrafos y libretas; otro tipo ofreciendo paragüas; el que se sube y te canta unos temas. El rapero, el radio-cassette y su denuncia social. El mimo. La chica joven embarazada que necesita ayuda. El que toca el acordeón. El que acaba de salir de la droga.

Pero lo de ayer por la mañana fue insuperable. Os relato la secuencia. 11 horas. Recién salida de mi clase de yoga, bien inspirada y casi iluminada. Hace un día soleado. Paro al autobús que me lleva por toda la carrera séptima hasta casa. Me subo, pago el billete, me peleo como siempre con el torniquete de hierro que hay que girar para entrar y en el que siempre me quedo enganchada y cual es mi sorpresa cuando me encuentro parado de pie en medio del pasillo a un jovencísimo "hare hrishna" hablando al pasaje nada más y nada menos que del Bhagavad-Gita que, para quienes no lo sepáis, es un fragmento del Mahabharata, la más grande de las obras escritas en sánscrito que contiene todo el saber religioso de la India.

Qué nivel, pienso yo. Toda una lección de espiritualidad sobre cuatro ruedas. Y sí, sí. El chico, que por cierto tenía un gran don de palabra y una preciosa sonrisa, nos dio todo tipo de detalles sobre la reencarnación, el amor al prójimo, la paz espiritual, la meditación. Qué se yo. Y luego se puso a vender el libro al módico precio de lo que viene a ser al cambio 2 €. La verdad es que le compraron unos cuantos.

Lo mejor fue cuando nada más terminar esta reveladora y la verdad inesperada disertación sobre lo divino y lo humano, el conductor de la buseta nos puso a toda pastilla un vallenato. Así es Colombia. Tierra de contrastes.

Podéis seguirme en twitter @colombiadeuna y ver más fotos mis viajes en mi página de Facebook.

¡ 2.000 visitas !!! Muchas gracias a todos

Esta mañana estoy feliz: este blog ha llegado a las 2.000 visitas desde que lo pusiera en marcha hace ahora más de un mes. Todo un récord para mí. Muchas gracias a todos mis lectores de España, Colombia, EEUU, Reino Unido, Chile, Argentina, Alemania, Canadá, Brasil, Australia, México, Francia, Perú..... Ojalá os sigan gustando mis historias y a mí, Colombia, enamorando.

sábado, 16 de julio de 2011

Huelga de piernas cruzadas

Acabo de leer en la prensa una noticia bien curiosa que os quiero contar. La historia es la siguiente: Las mujeres de una localidad al sureste de Colombia que se llama Barbacoas comenzaron hace unos días una "huelga de piernas cruzadas". ¿Una huelga de qué? De piernas cruzadas, es decir, nada de sexo con sus parejas hasta que el Gobierno arregle la carretera principal que une a la localidad con el resto del país y que lleva muchos años en estado más que lamentable.

¿Y qué quieren conseguir estas benditas mujeres con esta medida? Pues presionar a sus maridos a que cojan el toro por los cuernos, como dicen en mi país, y presionen ante las autoridades. Y los hombres ¿cómo han reaccionado ante esta "cruel" medida? Pues poniéndose en huelga de hambre. Santo Dios, cómo deben estar los ánimos por Barbacoas.

Las mujeres, que empezaron la protesta como una broma, se han venido arriba y aseguran que seguirán con las piernas cruzadas hasta que les garanticen que se va a arreglar la carretera en cuestión. Y todo bajo el poético y sugerente lema "Por un nuevo amanecer, nos abstenemos del placer".

¿Cómo terminará este cuento? Habrá que esperar...

viernes, 15 de julio de 2011

El que avisa no es traidor


Los que estéis a dieta ni se os ocurra venir a Bogotá y si lo hacéis luego no me digáis que no os he avisado. En esta ciudad hay un puesto de comida en cada esquina y lo de manterner la línea es bastante complicado. Ayer me di un paseo por el barrio de Dani y Juli y os cuento todo los puesticos de comida -como les dicen aquí- que me encontré:

Frutas: Piña, papaya, jugos de naranja y salpicones, que vienen a ser como nuestras macedonias.

Chontaduro: Dátil de color rojo de una palmera africana que sabe a rayos. Se prepara con miel y sal. Dani dice que es cuestión de acostumbrarse al sabor. Lo veo complicado.

Arepas: La tostada colombiana, torta de maíz, leche y mantequilla a la parrilla. En estos mismos puestos venden cacerolas de huevos pericos, revueltos con tomate, cebolla y cilantro.

Perros calientes y hamburguesas

Empanadas: Como dice Dani, puestos de estos hay "a la lata", a mogollón vamos. Se preparan rellenas de puré de papa, carne, cebolla y cilantro o carne y arroz.

Tamales: Harina de maíz, carnes y verduras, envueltos en hoja de plátano.

Mazamorra: Bebida fría hecha a base de una fermentación de arroz.

Churros, papas fritas y platanitos

Obleas: Las de toda la vida, con arequipe -parecido al dulce de leche argentino- con queso y dulce de mora.

Mango biche: Biche, en idioma quechua, significa crudo. Mango verde con sal y limón.

Chicharrones: ¡Viva el colesterol!

Y por si esto fuera poco, hay unos coches que paran donde pueden, abren el maletero y venden los bocadillos veleños que son unos dulces de guayaba y arequipe. ¿Alguien da más? Ya te digo, para volverse loco...

Por cierto, de todos estos puesticos, ¿con cuál os quedáis?

jueves, 14 de julio de 2011

Libros al viento

Si te gusta leer, en Bogotá lo tienes bien fácil. Tan sólo tienes que acercarte al mercado más cercano, el hospital, el comedor comunitario, el parque, el club del lector, el colegio o bien a la parada del Transmilenio -transporte colectivo- que te venga bien, coger el libro que te apetezca, sin pagar nada, llevártelo a tu casa y cuando lo termines, devolverlo. Así funciona "Libro abierto", un programa puesto en marcha por la Secretaria de Cultura Recreación y Deporte y la Secretaría de Educación por el que millones de libros circulan por la ciudad y pasan de mano en mano. Magnífica iniciativa para fomentar la lectura ¿no os parece?

Este programa, una de las razones por las cuales la Unesco designó a Bogotá como la Capital Mundial del Libro 2007, publica en cada edición entre 25 mil y 100 mil ejemplares de libros, que hasta el momento suman más de cuatro millones de volúmenes distribuidos gratuitamente por toda la ciudad. Pero no os penséis que se edita cualquier cosa, no. Un grupo de expertos formado por conocidas figuras de la literatura nacional se encarga de la selección que hasta el momento ha incluido obras como los cuentos de Anton Chejov, Edgar Allan Poe o Julio Cortázar, otras clásicas como Antígona de Sofocles, títulos de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y Rubem Fonseca o joyas de la literatura colombiana como los cuentos infantiles de Rafael Pombo. Este mes, la obra que está en circulación es "Cartilla Moral", escrita en 1944 por Alfonso Reyes, escritor, editor, traductor y ensayista mexicano.

¿Y sabéis lo mejor, a parte del nombre de "Libro al viento", que me parece acertadísimo? Que sólo un 10% de los bogotanos no devuelve los libros. Todo un ejemplo de convivencia y ciudadanía. ¿Cómo pensáis que funcionaría esta iniciativa en vuestro país?

Antes de terminar os cuento que Bogotá tiene una magnífica red de bibliotecas públicas agrupadas en lo que se conoce como Biblored; la biblioteca más visitada del mundo, la Luis Ángel Arango, que recibe 6.500 visitantes al día y más de 2 millones al año; una reconocida Feria del Libro; más de 600 librerías y una industria editorial con cerca de 300 empresas editoras.


miércoles, 13 de julio de 2011

A mis padres

Recuerdo nuestra despedida hace ya más de un mes. Tuve que aguantar mis lágrimas hasta que estuve sola en el tren y entonces rompí a llorar sin consuelo. Me iba muy lejos sin saber hasta cuándo.

Los días aquí me han hecho fuerte. Os echo de menos, y mucho, y pienso en vosotros todos los días pero ya desde la tranquilidad y la felicidad de saber que estáis bien y vivir esta preciosa aventura.

Quiero agradeceros todo lo que me habéis dado, ayudado y enseñado. Vuestro apoyo incondicional a todos mis proyectos. Y deciros que es grandísima la suerte de ser vuestra hija y teneros a mi lado, aunque ahora nos separen más de 10 mil kilómetros con todo un océano por medio.

Os amo con todo mi corazón y para despedirme, copio este texto de Khalil Gibran que a mamá siempre le gustaba recitarnos cada vez que nos íbamos lejos y nos separábamos de vosotros.

"Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen.

Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues, ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas, porque ellas, viven en la casa del mañana, que no pueden visitar ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti, porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos como flechas vivas son lanzados. Deja que la inclinación, en tu mano de arquero, sea para la felicidad".

martes, 12 de julio de 2011

Cali y los Silva

No sé qué momento o momentos eligiría de mi días en Cali. Hay tantos. Tal vez los atardeceres en el jardín de los Silva oyendo cantar a las chicharras. Probablemente el currulao, esa danza típica del Pacífico que Marina y Germán bailaron como dos jóvenes enamorados. Por qué no quedarme con la sonrisa de la pequeña Bianca o con las arepas y las masitas recién hechas, los jugos de lulo preparados por Dili o el sancocho cocinado por Silvia que nos salvó del guayabo. Pienso también en el olor a cilantro, en los ojos azulados de Zeus -el perro de Paula-y en Patricia (en la foto), tan bella, cantando, acompañada de la marimba y el palo de lluvia, eso de "Señora Santa Ana por qué llora el niño, por una manzana que se le ha perdido".

No olvidaré tampoco los baños en la piscina rodeada de árboles y flores. La charla con Nelly. El calorcito de la chimenea en casa de Manolo y eso que tanto le gusta a él decir de "Let´s do something before something do us". Sus hijos, Fran y Gabriel. El tinto bien temprano con Juliana. Y la exquisita cena preparada por Paula en casa de Marcela y Juan Gabriel.

Pero mientras escribo esto, y espero mi vuelo de regreso a Bogotá, pienso: ¿Por qué quedarme con alguno o algunos de estos momentos, elegir a alguna o algunas de estas personas si puedo llevarmelo todo y a todos conmigo y guardarlos para siempre en mi corazón?

lunes, 11 de julio de 2011

Rogelio Salmona y el ladrillo

Si tuviera que describiros cómo es arquitectónicamente Bogotá me quedaría con el ladrillo rojo y anaranjado de sus fachadas. Y si hay alguien que ha luchado por utilizarlo y preservarlo, trabajando nuevas posibilidades constructivas y estéticas, ese es el arquitecto Rogelio Salmona. Es cierto que antes de Salmona, y por influencia inglesa, ya se utilizaba el ladrillo, pero fue él quien lo popularizó.

Salmona nació en París pero desde los cuatro años y hasta su muerte en 1997 vivió en Colombia. De joven, tras pasar una temporada en la capital francesa trabajando codo a codo con Le Corbusier, regresó a Bogotá con una bien idea clara: "No hay razón para que la ciudad de los pobres sea de ladrillo y la de los ricos de mármol importado. Además, los albañiles bogotanos saben utilizar el ladrillo y ellos son los verdaderos levantadores de ciudades. Vamos a aprovecharlo. A mí me gusta usar el ladrillo, que se hace con el barro y da trabajo a mucha gente". Y así lo hizo, dándole a esta ciudad un nuevo cuerpo y una nueva alma.

Me gusta este ladrillo rojo popularizado por Carmona que contrasta con los cielos, a veces hasta azules, de esta ciudad. Me gusta cómo su color rojo opaco se torna gris y otras, se enloquece hasta parecer envuelto en llamas o cocido por un horno. Milagros de la luz de Bogotá

Acérrimo defensor de la ciudad abierta y plural, Rogelio Salmona luchó por defender los espacios públicos, contra la idea del conjunto cerrado, inclusive durante los duros años del narcotráfico y los atentados terroristas, cuando los colombianos levantaban muros y barreras para protegerse. Bogotá, dijo en alguna ocasión, "tiene un paisaje inigualable, con su pie de monte, sus cerros, su sabana. Debemos crear otra vez lugares de encuentro, acabar con las rejas, los sellamientos, las clausuras y proscribir la intolerancia".

Suyas son las Torres del Parque, la Biblioteca Virgilio Barco, la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena, el Archivo General de la Nación, el Edificio de Posgrados de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional o el Eje ambiental de la Avenida Jiménez de Quesada.

Yo, como Salmona, me quedo con una mala arquitectura hecha en ladrillo que con una espléndida de aluminio o cemento.

viernes, 8 de julio de 2011

La vergüenza de llamarse Raspahierro


Hoy os cuento una historia tan real como cruel y mientras la escribo tengo ganas de llorar. Y es que cambiarle el nombre a alguien de forma irrespetuosa es también arrebatarle parte de su alma y de su identidad. En su documental "Nacimos el 31 de diciembre", la directora colombiana Priscila Padilla narra la lucha de cerca de 2.000 indígenas colombianos wayuus a quienes un buen día les dieron otro nombre, a cual más ridículo, absurdo y disparatado, porque los funcionarios de turno encargados de hacerles los papeles no entendían ni escribían su idioma - el wayuunaiki- ni ellos hablaban español. Por si esto fuera poco, y para no complicarse la vida, a todos les pusieron la misma fecha de nacimiento, el 31 de diciembre, y en la casilla de la firma estamparon "Manifiesta no saber firmar".

Así lo cuenta Estercilia Simanca, la autora del libro "Manifiesta no saber firmar. Nacido: 31 de diciembre" en el que se ha inspirado Padilla para rodar su documental: "Toda mi familia hizo una larga fila junto con otras gentes que venían de otras rancherías, para recibir una tarjetita plástica que ellos llamaban cédula. Ese día me enteré que mí tío Tanko Pushaina se llamaba Tarzán Cortés, que Shankarit se llama Máximo, que Jutpunachón se llamaba Priscila, que Yaya se llamaba Clara, que Castorila se llamaba Cosita Rica, que Kawalashiyú se llamaba Marquesa, que Anuwachón se llamaba John F. Kennedy, que Ashaneish se llamaba Cabeza, que Arepuí se llamaba Cazón, que Waríchón se llamaba Lebranche, que Cauya se llamaba Monrrinson Knudsen, que Cotiz se llamaba Alka-Seltzer, Jierranta se llamaba Hilda, el primo Rapayet Pushaina se llamaba Raspahierro, Matto se llamaba Bolsillo, y por un momento temí que conmigo pasara lo mismo".

Y lo más triste es que se trata de una realidad que se repite cada vez que los políticos de este país necesitan votos y hacen los papeles de forma masiva a los wayuus para desaparecer después. Mientras tanto, Rapayet Pushaina espera tener un nuevo carné en unos meses, que se haga justicia y poder cumplir su sueño -su legítimo derecho diría yo- de que en su tumba no se lea Raspahierro Pushaina sino su verdadero nombre. Y yo espero que alguien pida perdón.

jueves, 7 de julio de 2011

Tabio, el yarumo y los ovnis

Una de las razones por las que soy tan feliz aquí es porque he encontrado excelentes amigas: Luz es una de ellas y ahora también lo son mis compañeras de casa, Angélica y Catalina. La tres son grandísimas artistas. Os quiero chicas; Bogotá sin vosotras no sería lo mismo.

Este fin de semana hemos estado juntas en la casa que Luz tiene en un pueblecito que se llama Tabio. Muy cerca, se levanta la Peña de Juaica donde más de uno asegura haber visto ovnis, describiéndolos como "aves de colores que sobrevuelan en diagonales y frenan en pleno cielo”. Menuda historia. Hasta hay un campesino de la zona que jura y perjura que una de estas naves lo raptó y lo llevó de viaje a la otra punta del país. Al regresar, el sujeto en cuestión, muy cuco él, montó en el pueblo un consultorio porque, dijo, los extraterrestes le habían dado poderes curativos.

Me han contado que los chibchas que vivieron en Tabio hace más de 400 años convirtieron Juaica en sitio estratégico, pues desde allí tenían cerca de 400 kilómetros a la vista y controlaban los movimientos de los españoles. Las leyendas dicen que ya entonces surgían luces extrañas sobre el peñasco a las que los indígenas llamaban ranchitos encendidos o caballitos danzantes pues creían que los dioses iban y venían en arcos de luz a dejar sus enseñanzas. Por eso, bautizaron al Valle de Juaica "La Puerta de los Dioses".

La verdad, durante estos días no he tenido la suerte - o la desgracia, porque no sé si me recuperaría del susto- de ver uno de estos objetos voladores no identificados, pero sí de aprender que el yarumo es uno de los árboles más bonitos de Colombia, probar la fruta de la curuba, entender hasta qué punto el arte puede llegar a salvar de la locura y disfrutar, una vez más, de la hospitalidad, la educación, la conversación, la alegría y el cariño de los colombianos. Muchas gracias a todos; me habéis hecho muy feliz.

miércoles, 6 de julio de 2011

Sobran las palabras

Las cuatro estaciones y no las de Vivaldi

Ahí va una breve descripción de lo que meto en mi bolso cada vez que salgo a la calle en Bogotá: gafas de sol, bufanda, protector solar, chaqueta y paragüas. Además, claro, de cartera, libreta, bolígrafo, agua... Los guantes no los llevo porque tampoco los utilizo en España. Y para qué tantas cosas, os preguntaréis. No, no me he vuelto loca. Lo que pasa es que aquí en un mismo día hace sol y te achicharras, llueve y cinco minutos después te congelas. Así que más te vale salir a la calle bien preparado.

El otro día, sin ir más lejos, cuando bajé de casa estaba lloviendo a mares y tuve que volver a subir a coger un paragüas. A la media hora salió el sol y si me descuido, me abraso. Media hora después se puso otra vez a diluviar. Al poco dejó de llover pero empezó a hacer frío, así que bufanda al canto. Y así, a diario. En Bogotá pasamos de la primavera al verano, del verano al otoño y del otoño al invierno en un mismo día y sin descomprensión.

He leído en el periódico que estas últimas semanas uno de cada cuatro empleados de Bogotá está de baja laboral afectado de bronquitis, neumonía, faringitis o gripe por tanto cambio brusco de clima. No me extraña. Lo que no sé es cómo yo todavía no he enfermado. Mamá, no te preocupes, tomo mucha vitamina C.

Me cuentan que hace años hubo un meteorólogo bien famoso de la televisión colombiana, Max Enríquez, -como nuestro Mariano Medina español vamos- que no había día que no se equivocara. Ardua tarea la de este señor. En facebook he encontrado un grupo que se llama ¿Por qué Max Enríquez sigue prediciendo el clima si nunca le pega?, si nunca acierta, para que nos entendamos. Qué crueles. Tan loco es aquí el clima que hace ya años que las televisiones decidieron prescindir del pobre Enríquez y de todos sus compañeros de profesión. Total, si no daban una.

Lo que yo os diga: en Bogotá suenan a diario las cuatro estaciones y no las de Vivaldi, precisamente. Mientras me voy acostumbrando a este vaivén climatológico me quedo con una frase que le encanta a mi padre repetir: "Aventurarse el tiempo a predecir es exponerse a mentir".

martes, 5 de julio de 2011

Cielito lindo


Si hay algo que me fascina especialmente de Bogotá son sus cielos. Realmente impresionantes. Nunca había visto nada parecido. Y cada día es un espectáculo diferente, un color distinto, una nueva sorpresa, una luminosidad cambiante. Por eso, siempre que camino por esta ciudad miro hacia arriba, esperando el milagro.
Aquí tenéis uno de estos cielitos lindos. La foto es de mi amiga Estefanía Cardona. Gracias preciosa.

lunes, 4 de julio de 2011

Carrera 7ª # 42-50


A diferencia de las ciudades europeas, cuyas calles tienen nombres pero es imposible encontrarlas sin un callejero, en Bogotá, y en toda Colombia, las ciudades están divididas en calles y carreras. Vamos que aquí no existe ni Bravo Murillo, ni la Gran Vía, ni Via Condotti, ni la Avenida de los Campos Elíseos, ni nada que se le parezca. Bueno, miento, alguna calle con nombre hay, pero las puedes contar con los dedos de la mano. En Bogotá te mueves por la 85, la 93, la 18, la 101 o la 14. En principio este sistema se supone que es mucho más sencillo y práctico que el nuestro. Yo ya me voy habituando a él pero, al principio, iba loca.

Aquí las carreras van paralelas a los cerros, que no es ni más ni menos que el cordón montañoso que bordea el costado oriental de la ciudad, empezando por la 1ª, la más cercana al cerro, y en orden ascendente hacia el occidente de la ciudad. Por el contrario, las calles van perpendiculares a los cerros, empezando por la calle 1, en el barrio de La Candelaria, y ascendiendo hacia el norte.

Cuando alguien te da una dirección, te especifica tanto la calle como la carrera. Por jemplo, si la dirección es Carrera 7ª# 42-50 -así se escribe- se supone que el sitio donde tienes que ir está en la Carrera 7ª justo después del cruce con la calle 42, y en el número 50. No os podéis imaginar la de veces que me he perdido. Pero bueno, todo es cuestión de paciencia y tiempo.

Pero la cosa se complica. Dado que en los últimos años la ciudad ha crecido hacia el sur, las calles también están numeradas en orden ascendente hacia el sur por lo que en las direcciones aparece la palabra sur después del número de la calle. Por si fuera poco, también hay transversales y diagonales. Y algunas calles que, de repente, desaparecen.

¿Fácil no? Se supone que sí, pero a mí me ha costado. Aunque tengo que reconocer que al final esto de las calles y las carreras me está pareciendo hasta práctico.

¿Cómo lo véis vosotros?

sábado, 2 de julio de 2011

Llévame a Guatavita

Museo del Oro de Bogotá. Una sala a oscuras. En medio, una vitrina. En su interior, una balsa de oro, la que veis en la foto. Es la Balsa de la Ofrenda, la Balsa Muisca. Es el Ritual de El Dorado.

El origen del mito de El Dorado, el más famoso de cuantos estimularon la exploración y conquista del continente americano, se remonta al año 1534 cuando, según cuenta la leyenda, un indio del territorio que hoy ocupa Colombia reveló a los españoles una de las ceremonias rituales del cacique de los muiscas, que había de despertar la codicia de soldados y aventureros. Os doy detalles: en noches de luna llena, cubierto el cuerpo desnudo con polvos de oro que adhería a su piel mediante una tintura de trementina, el cacique sucesor al trono se adentraba en la laguna de Guatavita a bordo de una embarcación de troncos amarrados con juncos. Al llegar al punto en el que se cruzaban dos cuerdas tendidas perpendicularmente de orilla a orilla, el cacique se bañaba y arrojaba al agua, en honor de la divinidad, valiosas ofrendas de oro y esmeraldas. Igual homenaje rendían sus súbditos, los indios muiscas.

Cuando la historia del hombre dorado llegó a Europa, Felipe II ordenó y patrocinó varias expediciones para rescatar el tesoro de los muiscas, hasta el punto de poner en marcha el drenaje de la laguna. En 1562, Antonio de Sepúlveda obtuvo licencia para hacerlo y, tras un complicado sistema, rescató algunos objetos de oro y esmeraldas. Intentos posteriores fracasaron hasta que, en 1899, un inglés llamado Hartley Knowles desecó la laguna y encontró algunas piezas como pectorales, collares y narigueras. Otros tuvieron éxito en lagunas cercanas. En 1965, el gobierno colombiano prohibió que los extranjeros siguieran drenando las lagunas.

La leyenda del indio dorado corrió como la pólvora, extendiéndose por toda América. Pero pronto la imaginación, animada por la codicia, empezó a hacer de las suyas y se comenzó a llamar El Dorado a las regiones, más imaginarias que reales, en las que se creía había riquezas incalculables. Incluso se soñó con una ciudad construida de oro macizo.

La verdad, siempre lo hemos sabido; El Dorado no existió, excepto en las mentes de los conquistadores, pero lo que yo quiero es que me lleves a Guatavita.

viernes, 1 de julio de 2011

El murciélago Carishina


Leí hace unos días en el periódico que acaban de descubrir en Colombia una nueva especie de murciélago. El mamífero en cuestión viene de una familia en la que las diferencias entre los machos y las hembras no son muy claras, así que lo han bautizado popularmente como "Carishina", una palabra quechua que significa hombre que se disfraza de mujer. Pobre animal, menudo nombrecito.

Me alegro por el descubrimiento, como no me voy a alegrar de este éxito científico, pero creo que con las 118 especies clasificadas de murciélagos que hasta ahora había en Colombia teníamos más que suficiente ¿O no? Es que estos "bichitos" me dan un asco. Recuerdo un día en que uno de ellos se metió en mi habitación y estuve a punto de llamar a los bomberos para que vinieran a rescatarme.

Bueno, el murciélago que acaban de descubrir tiene el cráneo y el cuerpo más pequeño que los de su especie, una nariz pronunciada y puntiaguda para direccionar su sónar, no tiene cola y es un nectarívoro, es decir, consigue quedarse en vuelo suspendido frente a las flores, como si fuera un colibrí, para alimentarse de su néctar. Menudo acróbata. Ah! Se alimenta de insectos, frutas y polen.

A pesar de lo feos que son -no me digáis que no- los murciélagos cumplen un papel vital en la naturaleza como controladores de plagas ya que una colonia de ellos es capaz de consumir nada más y nada menos que millones de insectos en una noche. Además, como su dieta está basada en frutas, a través de sus excrementos dispersan semillas. También polinizan plantas y encima son los únicos mamíferos que pueden volar gracias a sus extremidades anteriores en forma de alas membranosas. No, si al final los voy a terminar queriendo y todo.

Os he puesto una foto de Batman porque sólo de pensar con colgar una de un murciélago de verdad que casi me desmayo. Una tiene sus debilidades...

Sana, sana, culito de rana

Para empezar un dato: Colombia es el país más rico del mundo en diversidad anfibia con más de 580 especies. Y entre todas éstas se encuentra la rana dardo dorada, el animal más venenoso de la tierra que habita en una pequeña área de la selva tropical de la costa del Pacífico colombiano.

La ranita es cuestión es una especie única que mide unos 5 centímetros y tiene veneno suficiente como para matar a diez hombres adultos. ¡Madre mía! Los indígenas emberá de Colombia usaron durante siglos este poderoso veneno para untar las puntas de los dardos que disparaban con sus cerbatanas, de ahí el nombre de rana dardo.

A pesar de su pequeño tamaño, es una de las más grandes de entre las más de 100 especies de ranas dardo venenosas que existen en el mundo ya que la media de longitud de éstas es tan sólo de dos centímetros y medio.

Su color varía entre el amarillo, el naranja y el verde pálido, dependiendo de la especie y siempre es deliberadamente llamativo para protegerse de los posibles depredadores. A esta táctica se le llama coloración aposemática. Todos los días se aprende algo nuevo. Su dieta, bien sabrosa: moscas, grillos, hormigas, termitas y escarabajos.

¿Y de dónde sacan el veneno estas ranas? Los científicos no están seguros, aunque es posible que la adquieran de las plantas que portan sus presas, ya que las criadas en cautividad y aisladas de los insectos de su hábitat natural nunca desarrollan el veneno.

La investigación médica busca desde hace tiempo usos medicinales a este veneno y lo que ha conseguido desarrollar es una versión sintética de uno de sus componentes que puede convertirse en un potente analgésico.

Y hablando de ranas, escribiendo esta entrada he viajado hasta mi infancia y me ha venido a la cabeza la imagen de mi madre acariciándome una herida mientras recitaba "Sana, sana, culito de rana, si no se cura hoy se curará mañana". Deciros que con el tiempo me enteré de que esta popular canción tenía todo su sentido ya que en la piel de algunas ranas se encuentran sustancias para calmar el dolor 200 veces más potentes que la morfina.

Mamá te quiero. Eres la mejor madre del mundo.