miércoles, 28 de diciembre de 2011

Escalera al cielo


Hasta hace tres días los vecinos del barrio de Las Independencias de la Comuna 13 de Medellín tenían que subir cerca de 500 escalones de cemento y tierra encajados en la montaña para llegar a sus casas, además de caminar por algunos tramos que cuando llovía mucho se convertían en auténticas pistas de patinaje. Para matarse. Desde el pasado lunes este infierno se ha acabado y este mismo trayecto, tanto de subida como de bajada, lo hacen en no más de cinco minutos a bordo de unas modernísimas escaleras mecánicas de acero inoxidable traídas desde Japón -las de la foto-, las únicas que se utilizan en Colombia como transporte público -hay muchas en los centros comerciales, claro-, y las primeras en el mundo ubicadas en un sector marginal y de bajos recursos como éste. 

En principio se han instalado seis tramos de escaleras eléctricas pero está previsto construir paseos peatonales, parques, bibliotecas y centros deportivos y de ocio. ¿Y todo para qué? Para pegarle un buen lavado de cara a esta zona, una de las más conflictivas de la ciudad.

Y como en Medellín saben hacer las cosas muy bien en esto del urbanismo social -o por lo menos a mí me lo parece- en noviembre se adelantaron e instalaron una "escala escuela" para enseñar a los vecinos cómo funciona el servicio. Así que ahora lo han inaugurado y todo el mundo sabe utilizarlo y cuidarlo. En fin, una escalera al cielo; qué buen regalo de Navidad. Y a vosotros, ¿qué os parece?

domingo, 25 de diciembre de 2011

El café y el bigote de Arnulfo

El de la derecha es el archiconocido Juan Valdez -en la foto, sin su inseparable mula "Conchita"- y el de la izquierda, pañuelo rojo al cuello estilo San Fermín y bigotazo, se llama Arnulfo Leguizamón Giraldo, es propietario de una finca de café de 14 hectáreas en el municipio colombiano de San Agustín, del Departamento de Huila y con una calificación de 94 sobre 100 puntos obtuvo hace unos días el primer puesto en la novena edición de la Taza de la Excelencia Colombia 2011. ¿Y esto de qué va?  Pues es un prestigioso y exigente certamen promovido por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y supervisado bajo los protocolos de The Alliance for Coffee Excellence de Estados Unidos con el fin de incentivar y promover la producción de café de alta calidad en todo el país.

Arnulfo cultiva café en su pequeña finca, con la ayuda de su esposa y de sus cuatros hijos, pero en la vida se le había pasado por la cabeza ganar este concurso. Pero mira lo que son las cosas; lo ha conseguido y además el jurado calificó su producción como "casi perfecta". Cuando lo oyó, lloró de alegría y es que no es para menos. Avispados empresarios norteamericanos ya lo han visitado para comprarle toda la producción y venderla en los mejores comercios de las grandes ciudades.

Os cuento que Huila es el segundo productor de café de Colombia con más de 126 mil hectáreas cultivadas y aporta el 15,05% de la producción de todo el país. Más de 73 mil agricultores cafeteros, asentados en cerca de 93 mil fincas, tienen que ver con la industria cafetera en esta región que en los últimos años ha dado alguno de los mejores cafés del mundo.

Enhorabuena Arnulfo por tu premio y ojalá, si han dejado algo los americanos, podamos probar el café que, a buen seguro, con tanto mimo, paciencia y amor cultivas. 

jueves, 22 de diciembre de 2011

La cumbia se llama Totó

Su nombre en africano significa mujer pequeña de corazón grande. Nacida en Mompox, una isla plantada en medio del colombiano río Magdalena, tiene 71 años, tres hijos y nueve nietos. Fue bautizada como Sonia Batanza pero todos la conocemos como Totó La Momposina. Es la reina de la cumbia. 

Embajadora y representante del folclore colombiano, lleva años y años recorriendo el país en busca de leyendas, tradiciones, instrumentos, ritmos y canciones y alborotando el ambiente al son del chandé, el bullerengue, el mapalé y la cumbia. Y como lo suyo es animar cuerpos y corazones, hasta se atrevió en 1982 a plantarse vestida de vivos colores y lentejuelas en la solemne y protocolaria entrega de los Nobel para cantar y acompañar a su amigo García Márquez que esa noche recibía uno de sus galardones. 

Lo de la música le viene de familia y la suya es la cuarta generación de artistas, pero ella ha llegado tan lejos que sus canciones se oyen en medio planeta. De jovencita cantó por toda Colombia junto a su madre y sus hermanas en un grupo que se llamó Danzas del Caribe. Con los años fundaría el suyo propio: Totó La Momposina y sus Tambores.


A Totó la he visto en un concierto de La Mar de Músicas de Cartagena, muy cerca de mi casa en España. Y tengo que reconocer que de ella me gusta todo pero lo que más, su sonrisa, el contoneo de sus caderas, la sangre africana que corre por sus venas y la hermosa tierra que la vio nacer. ¡Que viva Colombia!


miércoles, 21 de diciembre de 2011

¡ Minutos de celular ! ¡ Minutos de celular !

En Bogotá cabinas telefónicas las hay contadas con los dedos de la mano; yo en estos seis meses que vivo allí habré visto como mucho dos o tres y mira que paseo y paseo por la ciudad. Locutorios existen, y muchos, pero suelen estar muy llenos y hay que esperar. Pero esto no es problema: si vas por la calle, no tienes celular -móvil, como le decimos en España-, se te ha olvidado en casa o se te agotó el saldo -te quedaste sin minutos vamos-, no sufras: en casi cada esquina encontrarás un minutero o minutera (como el de la foto) perfectamente identificado con su pancarta o su cartel en el pecho y en la espalda que te prestará uno de sus móviles -eso sí, atado a una cadena para que ni se te ocurra agarrarlo y salir corriendo- con el que podrás hacer tu llamada a un precio sorprendentemente barato, entre 100 y 350 pesos colombianos (recordad que 1€ viene a ser unos 2.350 pesos). Es el negocio de los "Minutos de celular".

Yo este servicio no lo había visto en ningún otro sitio del mundo y la verdad es muy cómodo, pero ¿qué encierra todo esto? El negocio, según he investigado, fluye a través de una cadena en la que cada uno gana según el lugar que ocupe en ella. En lo alto están los dueños de las líneas que pueden llegar a operar hasta con mil de ellas. Por detrás, los subdistribuidores, los llamados patrones, intermediarios que trabajan como empleados de los primeros y ganan un porcentaje por minuto registrado. Son los más conocidos, los que dan la cara en el negocio y se encargan de contratar y controlar a los trabajadores, pagar facturas y administrar y ordenar su zona de influencia. Y en la base de la cadena están los minuteros y minuteras, los que uno ve en la calle con sus pancartas y sus chalecos identificativos y varios celulares encadenados a sus cuerpos y que son los que menos ganan, claro.

Los negocios de telefonía que pagan religiosamente sus impuestos y arriendos llevan años poniendo el grito en el cielo y quejándose por la competencia desleal. La Policía, por si fuera poco, dice que muchas extorsiones y amenazas se hacen desde esos teléfonos callejeros pues los delincuentes saben que es una manera fácil de no dejar rastro. Pero me temo que esto de los minutos de celular ya no hay quien lo pare. 

lunes, 19 de diciembre de 2011

El Rey del Despecho


En esto del amor los colombianos son únicos; hasta tienen un Rey del Despecho -el de la foto- que canta eso de "Yo nací­ para distraer el dolor, es que a mí me duele lo que hacen mal hecho, desde que un amor me pagó con traición". Me pregunto cuánto aguardiente se habrá bebido en Colombia a costa de este tipo y sus canciones. Mucho, imagino. Y es que con más de 6 millones de discos vendidos, Darío Gómez es toda una institución y de su vida, repleta de golpes y disgustos, han salido cerca de un millar de temas conocidos en toda Latinoamérica donde lo idolatran y adoran.

Al pobre Darío le ha pasado de todo. Al fallecimiento de su padre siguió el de su adorada hermana Rosángela que murió bien joven por un derrame cerebral y a la que dedicó "Ángel perdido", el que sería su primer éxito con más de 600.000 copias vendidas en seis meses. Luego desaparecería su amigo del alma. Pero lo peor llegaría con el asesinato en Medellín de su hija Luz Dary. A todas estas pérdidas, que no han sido pocas, se suman sus amores y desamores a los que Darío, además de llorar a lágrima viva, ha puesto letra y música para pasearlos por medio mundo incluido algún país nórdico donde sus fans enloquecen al escuchar eso de  "te quise mucho y me estabas matando, con desprecios que yo nunca he merecido, pues no hay derecho para amarte tanto, tu maldad me dejo el corazón muy resentido". Pobrecito.

Aquí os dejo su tema más famoso, "Nadie es eterno". La letra, la verdad, no tiene desperdicio.


viernes, 16 de diciembre de 2011

Bart Simpson y la pollera colorá


Hace unos días, en Bogotá, murió Wilson Choperena (en la foto). Para quienes no lo conozcáis, este tipo es el autor de la letra de La Pollera Colorá, la cumbia más famosa de Colombia y uno  de los diez temas musicales más escuchados en este país en el siglo XX, con decenas de versiones por medio mundo y toda una insignia del folclore nacional. Por cierto, una pollera en buena parte de Latinoamérica es una falda o vestido con muchos adornos.

La madre de todas las cumbias, a la que le puso música el clarinetista Juan Madera, fue grabada en 1961 en Discos Tropical de Barranquilla. He rescatado este texto del "Maestro Chope": "La Pollera Colorá la compuse en el año 59. Me inspiré en el Grill Hawai, donde tocábamos las tardes de domingo, ahí llegaban parejas, hombres solos, mujeres, matrimonios. Ese día me mandó Dios esa esbeltez con una pollera colorá. Me causó admiración ver esa morena con su pollera. Entonces le dijo el maestro Pedro Salcedo a Juan Madera que tocara la cumbiecita que tenía por ahí, que no eran más que ocho compases que hacía el baterista Cecil Cuao y ese día yo había llegado como songosorongo con mis aguardientitos en el cacumen y me inspiró la morena con su espectáculo de baile de cumbia, yo con mi maracón tocando la cumbia, pensé esta esbeltez está provocativa para cantarle algo y le cante el siguiente versito: Ay, al sonar de tambores/ esa negra se amaña/ y al sonar de la caña /va brindando sus amores/ Es la negra Soledad/ la que goza mi cumbia/ Ay que negra saramuña oye caramba/ con su pollera colorá." Y de ahí a la fama, directos como un cohete.

Tan, tan, tan famosa se hizo La Pollera Colorá en medio mundo que hasta el propio Bart Simpson se atrevió a cantarla. Ahí va el enlace y debajo, la canción original para que saquéis vuestras propias conclusiones. 



jueves, 15 de diciembre de 2011

Hiber

Llegó a Bogotá desde Timbiquí con la promesa de un contrato para trabajar como músico. Al final nada salió como había soñado pero decidió quedarse y con su marimba fabricada por él mismo con madera de chonta empezó a tocar y cantar por las calles de la ciudad. De toda esta historia ha pasado ya un año y asegura que en todo este tiempo lo ha pasado realmente bien. Dice tener de todo y no necesitar de nada. Se llama Hiber Gómez y lo conocemos en una esquina de la Carrera Séptima, impecablemente vestido de blanco y con una bufanda al cuello con los colores de la bandera colombiana.

Tiene dos hijos - a los que está sacando adelante "como nos enseñaron los viejos"-, una esposa y todos viven en casa de su hermana. Se levanta a diario bien temprano, reza a Dios y sale a trabajar. Un buen día puede llegar a ganar 60 mil pesos.

¿Qué tiene para ti Colombia?, le preguntamos. Tantas cosas bonitas: el campo, la selva, los ríos, grandes edificios como los de Bogotá; aquí vivimos muy bien. ¿Cuál ha sido tu mayor triunfo en la vida? La música que llevo haciendo desde hace 13 años.

Mientras nos habla suenan los mágicos acordes de su marimba. Nos despide con una canción.  

martes, 13 de diciembre de 2011

Milena

Conocemos a Milena frente a la Catedral de Bogotá. Tiene dos hijos, 21 años y lleva seis con su carrito azul vendiendo helados por toda la ciudad. ¿Eres feliz?, le preguntamos. Sí, soy más o menos feliz aunque la vida me ha puesto muchos obstáculos. ¿Cuál ha sido tu mayor problema? Haberme quedado embarazada hace 1 año de mi segundo hijo. ¿Y tu mayor alegría? El nacimiento de mi primera hija que ahora tiene 4 años y que ese día la acompaña.

Milena se levanta a diario a las 7 de la mañana y después de arreglar su casa y llevar a sus hijos al colegio empieza a trabajar. Un buen día, depende del clima, puede llegar a ganar hasta 60 mil pesos. Se considera una buena mamá. No le gusta la Navidad, ni la política, ni que le molesten ni mucho menos el estrés que le producen los padres de sus dos hijos.

¿Cuál es tu sueño? Terminar el bachillerato, estudiar psicología e irme a vivir a Bucaramanga con la familia de mi madre; necesito cambiar de ambiente. ¿Qué quieres enseñarle a tus hijos? Que sean guerreros y que nada les asuste.

Nos despedimos de Milena, de su preciosa sonrisa, su enorme coraje y con la firme convicción de que todos sus sueños se harán realidad.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Luciano

Hace ocho años perdió su trabajo como productor de planta en una de las grandes cadenas de televisión de Colombia y ahora vende libritos en la Plaza Bolívar de Bogotá. Se llama Luciano García, es ingeniero civil, tiene 68 años y ayer nos dejó claro que a pesar de todo ha sido y es un hombre feliz

Tiene 14 hijos, una esposa de 32 años y una gran pasión por el cine y la televisión en los que ha trabajado toda su vida. Se levanta a diario a las 6,30 de la mañana, reza para que todo le vaya bien y sale a trabajar al centro de la ciudad cargado de sopas de letras y novenas. ¿Y cuánto puede ganar en un día Sr. Luciano?, le preguntamos. Un buen día, nos dice, puedo llegar a levantarme 15 mil pesos (unos 7 €).  ¿Y cuál ha sido el trabajo por el que más le han pagado? Una película dirigida por Dino de Laurentiis en la que gané 150.000 millones de pesos. Enmudecemos...

Luciano nos sigue hablando. Para él -y para mí, claro-, Colombia es un país maravilloso, el mejor vividero del mundo y los colombianos unos privilegiados por poder vivir en él. La política, un desastre. ¿Su peor momento? Las caídas económicas que no dejan a uno salir adelante. ¿Y el mejor? El nacimiento de mis tres hijas pequeñas. ¿Y un sueño Sr. Luciano? Tener paz, tranquilidad y sosiego durante los últimos años de mi vida. Que así sea. 

Regreso a casa pensando qué relativo es esto de la felicidad...

domingo, 11 de diciembre de 2011

El desayunadero de la 42

Si vienes a Bogotá y quieres probar comida típica de Santander -región al norte del país-, tu sitio es "El desayunadero de la 42". Ayer estuve allí almorzando con Juli, Dani, Ramón, Oliver y Agustín y la verdad es que estaba todo bien rico. 

El restaurante lleva más de 40 años sirviendo almuerzos, comidas y desayunos 24 horas al día. Non stop. Ayer, a mediodía, estaba bastante tranquilo pero no me quiero ni imaginar lo que tiene que ser una mañana bien temprano de domingo con todo el mundo que ha terminado la rumba y quiere entonarse el cuerpo antes de irse a dormir con un desayuno de la casa que lleva caldo con huevos, carne con arepa, ensalada, jugo de naranja, café o chocolate. Como veréis aquí no se andan con tonterías si de comer se trata.

A la hora del almuerzo y la cena sirven hormigas culonas -las llaman así por su enorme trasero relleno de huevos y ayer no las probamos porque se habían acabado-, arepas, empanadas, chicharrones, chorizos, patacones, carnes y pescados. Nosotros nos decidimos por un ajiaco y Dani se metió entre pecho y espalda un mute -nutritiva sopa que lleva de todo- y un tamal. De postre, brevas con arequipe. Y de allí, directamente a ver ganar al Barça. ¿Se puede pedir más? 

jueves, 8 de diciembre de 2011

El roedor más grande del mundo

Es el roedor de mayor peso -puede llegar hasta los 50 kilos- y tamaño del mundo. Aquí en Colombia se le llama capibara, julo, jesús, chigüiro, tanacoa, ponche, pataseca, culopando, cabiari, sancho, bocaeburro y yo qué sé cuántas cosas más. Como para acordarse de tantos nombrecitos.

En tierra es torpe y muy lento y además puede sufrir un shock térmico después de correr unos cuantos metros porque no es capaz de regular adecuadamente su temperatura corporal, pero en el agua se mueve como él solo. ¿Y cuál es su secreto? Tiene varios: el pliegue con el que cierra sus conductos auditivos antes de sumergirse, los orificios de la nariz que son muy altos lo que le permite estar casi sumergido y respirar sin ser visto y la membrana interdigital en sus patas -como la de los patos- que le ayuda a nadar con gran habilidad. 

A veces come peces y plantas acuáticas pero lo que más le gusta es la hierba, cuanto más diminuta y tierna mejor, que crece a orillas del río. Le encanta roer la corteza de los árboles para lo cual está provisto de poderosos incisivos que, como en todos los roedores, crecen varios milímetros por semana para compensar la abrasión a que se ven sometidos.

Más cosas. Me cuentan que viven unos diez años y que es muy divertido verlos en familia ya que andan siempre en fila india. Lo que no me hace tanta gracia es que aquí en Bogotá -como nos ha contado hoy Dani- hay sitios donde te los sirven bien cocinaditos y eso que es un animal en peligro de extinción y más que protegido.



miércoles, 7 de diciembre de 2011

La Bogotá soñada por Le Corbusier


Le Corbusier, probablemente uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX, vino cinco veces a Colombia, diseñó por encargo un plan de urbanización para Bogotá y se volvió a su casa sin haber podido hacer nada y en medio de una encendida polémica entre los académicos y arquitectos -quienes veían en su proyecto una salida para un crecimiento ordenado de la ciudad- y los terratenientes, constructorespolíticos -encabezados por el entonces presidente Rojas Pinilla- que calificaron su plan como una chifladura y a él como un auténtico iluminado. 

En 1947, fecha de su primera visita, Bogotá era una pequeña capital de provincias de no más de 600.000 habitantes. Al año, y tras los sucesos del 9 de abril desencadenados tras el asesinato del político Jorge Eliécer Gaitán -conocidos como El Bogotazo-, la ciudad era otra: el centro había quedado en ruinas, el sistema de tranvías destrozado y sus principales monumentos vandalizados. Era más que urgente un plan de ordenamiento. Había que reconstruir.

¿Y qué proyectó Le Corbusier? Una urbe poco extensa en la que la vivienda -desde casas individuales hasta edificios de 18 pisos- estaría acompañada de grandes espacios públicos, como jardines y parques, además de colegios y centros de salud. Pensó además en paradas de autobuses cada 400 metros, para que los peatones no tuvieran que caminar más de 15 minutos hasta su destino y en arterias de 6 carriles, con separadores de 40 metros de ancho, en las que el transporte pesado tuviera su propio espacio.

Lo que quería Le Corbusier era desarrollar las, a su juicio, funciones urbanas básicas: habitar, trabajar, circular y cultivar el cuerpo y el espíritu. ¿Cómo? Desintoxicando el centro de Bogotá mediante circunvalares, limpiando el aire con la instalación de rutas sólo para bicicletas; levantando aceras amplias y zonas verdes; y con agua, prados y alamedas por todas partes. Si no hacemos esto, profetizó, "llegará un momento en que la ciudad colapsará porque complace al carro y arrincona al hombre". Qué razón tenía.

A pesar de todos los acuerdos y contratos previos, los políticos de turno no le hicieron ni caso y los propietarios del suelo se apresuraron a edificar cuando se enteraron de qué iba el plan. “Bogotá seguirá pateando en su mediocre destino” sentenció Le Corbusier. Sin embargo, de todo esto el arquitecto sacó grandes aprendizajes para su siguiente proyecto urbano que, afortunadamente, sí se construyó: la ciudad india de Chandigarh que alberga la mayor cantidad de obras urbanísticas firmadas por él en todo el mundo. 

lunes, 5 de diciembre de 2011

Agustín, la lechona y los niños de San Luis

Tengo claro que poniendo ganas y corazón se puede cambiar el mundo o, por lo menos, hacerlo un poco mejor. Agustín Torres  piensa lo mismo. Es argentino, músico terapeuta, compositor y cantautor, llegó hace 14 años a Colombia y desde entonces se ha dedicado a trabajar con niños y jóvenes colombianos en situación de riesgo a través de Healing Colombia, fundada junto a su mujer Paloma. 

Ayer por la tarde en Bogotá llovía a cántaros y estaba todo medio inundado, pero Cata, Caro, Manuela, la pequeña Sofía y yo nos montamos en el carro y, sorteando todos los inconvenientes, nos plantamos en San Luis, unos de los barrios más deprimidos de Bogotá y uno de los centros de trabajo de la Fundación donde nos esperaban Agustín junto a todo su equipo y un montón de niños del barrio para celebrar juntos el comienzo de la Navidad.

De verdad, me contagiaron la ilusión, la esperanza y el compromiso de Agustín al hablarnos de su Fundación, de cómo trabajan con estos niños y jóvenes, víctimas de la violencia que ha azotado este país durante años, mediante talleres de motivación, valores, prevención integral, educación y deportes, y también de sus programas de distribución de ayuda humanitaria a las poblaciones en situación de desplazamiento forzado y extrema pobreza. Y fui más que feliz viendo bailar y cantar villancicos a estos niños y niñas que han encontrado en la Fundación y en su gente un verdadero apoyo.

Y como aquí en Colombia se celebra todo a lo grande pues para rematar la fiesta nos comimos una lechona (la de la foto) que, para quien no lo sepa, es un plato típico de la región de Tolima y que consiste en un cerdito con la piel bien tostadita -el cuero lo llaman aquí-, relleno, entre otras cosas, de su propia carne, arroz y arvejas, guisantes para que nos entendamos. De postre, natillas -cocinadas por mi amiga Caro- y buñuelos. Delicioso. Gracias a todos; regresé a casa con el estómago más lleno pero con el corazón más grande.

Por cierto, la Fundación necesita voluntarios así que si os animáis entrad en la web donde está toda la información.


jueves, 1 de diciembre de 2011

Cuanto amor

Unos lo llaman arowana, con o, y otros arawana, con a. Qué más da. La primera vez que vi a este pez del Amazonas -del que se han encontrado fósiles que datan de hace 170 millones de años- fue hace unos días nadando plácidamente en una de las peceras del Acuario de Medellín y me maravilló todo lo que de él allí me contaron. Lo que más me gustó aprender, y lo que más me sorprendió claro, es que en esta especie son los machos, y no las hembras, los que guardan y transportan los huevos en sus bocas mientras dura la larga incubación (unas 5-6 semanas). Al nacer, los alevines abandonan la boca del padre, pero si advierten algún peligro, zas, vuelven a refugiarse en ella hasta que alcanzan más tamaño. Durante el periodo de incubación bucal el macho presenta una mancha ovalada distintiva en la mandíbula y, lo que es más increíble, ¡¡no come!! Nunca había oído nada parecido. La verdad, cuanto amor.

Pero aquí no acaba la cosa. El Pez Dragón -es otro de sus nombres- tiene un cuerpo hidrodinámico con forma de misil -músculo puro-, y una enorme boca que es toda una máquina de matar. Suelen nadar en aguas superficiales, a la caza de su presa, pudiendo alcanzar en su ataque velocidades de hasta 40 km/h. También se le conoce como Pez Mono por su habilidad para saltar fuera del agua si tiene hambre. De vista prodigiosa cuando come no hace ascos a nada: ranas, roedores, insectos, pequeños pájaros, otros peces... Pues vaya con el pececito.... Mejor tenerlo de amigo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Beatriz González


La obra que veis aquí arriba se llama Una golondrina no hace mercado y su autora es Beatriz González, una de las grandes artistas colombianas. Nunca había oído hablar de ella hasta que la directora del Museo de Arte Moderno de Medellín, Juliana Restrepo, me habló de la retrospectiva que le han organizado y que hace unos días inauguraron. Y claro, he regresado a Bogotá y he querido investigar sobre el trabajo de la que ha sido una de las grandes retratistas de la realidad social y política de Colombia que ha expresado, como nadie, el dolor causado por la violencia y la muerte. "Usted es la única que ha sido capaz de pintar a los colombianos" alguien le dijo alguna vez.

Nacida en Bucaramanga en 1938, Beatriz González puso patas arriba los argumentos plásticos de su país, pintando sobre superficies, texturas y objetos como metal, madera, toallas, cortinas, hules, cubrelechos, camas, tocadores, bandejas, tambores y estatuillas religiosas para "romper tabús con su irreverencia y destruir jerarquías con su ojo analítico". Convencida de que el arte es universal y que eso de la pintura colombiana son tonterías, y paralelamente a obras realizadas a partir de fotografías de prensa y cromos populares, esta artista colombiana ha trabajado numerosas versiones de obras de grandes maestros como "La encajera" de Vermeer el "Guernica" de Picasso -titulada "Mural para la fábrica socialista"-, y otras de Rafael, Botticelli, Renoir o Degas.

He leído que la reportería gráfica y el interés estético por los periódicos la llevaron inevitablemente a cruzarse con el tema político. Comenzó este proceso con comentarios críticos al presidente de turno Julio César Turbay, pero a través de diversos acontecimientos de la vida nacional se convertió en la pintora de la realidad colombiana, haciendo visibles sus opciones éticas a partir de sus propias imágenes. Es famosa su obra Ondas de Rancho Grande, donde el icono utilizado es la conocida líder de Córdoba Yolanda Izquierdo, asesinada por su labor de recuperación de tierras en el Sinú.

Ahora, para su exposición en Medellín, esta gran artista, siempre predispuesta a mirar el gusto de la gente y que sigue pintando a los 73 años en su estudio de la Plaza de Toros de Bogotá, ha revuelto cajas, armarios y archivos para pararse enfrente de esa vasta obra que ha realizado entre 1948 y 2010. Y es que "hacer una retrospectiva de tu obra es hacer un examen de conciencia”, ha declarado.



lunes, 28 de noviembre de 2011

Las Tres Rocas


Está claro que la arquitectura no puede cambiar el mundo pero sí hacerlo un poco más habitable. Hoy quiero seguir compartiendo con vosotros mi viaje a Medellín y hablaros de Santo Domingo Savio hasta hace nada, y en opinión de muchos, el barrio más inseguro de la ciudad más insegura de América Latina. Ahora, como nos dicen Sebastián y Mateo –nuestros pequeños guías- “es un barrio más alegre y más contento”. ¿Y gracias a qué, entre otras cosas, se ha producido este cambio? Al Parque Biblioteca España, obra del arquitecto colombiano Giancarlo Mazzanti, símbolo de la transformación social, arquitectónica y cultural de la ciudad y todo un espacio para el conocimiento. Por cierto, se llama así por la aportación que hizo el Gobierno español para su construcción.

Llegamos al barrio en metrocable. Veo a gente que va y viene, que viene y va y al que este sistema de transporte les ha cambiado la vida. Son las seis de la tarde y la biblioteca está repleta de niños y jóvenes viendo películas, leyendo, jugando con las computadoras, en la ludoteca. Hablo con ellos y me cuentan que vienen casi a diario; siempre tienen una excusa para regresar a este imponente edificio de pizarra negra –conocido como "Las Tres Rocas" y donde todo es gratuito- construido sobre el cerro en lo alto de la ciudad que les ha devuelto la dignidad, la autoestima y el orgullo a todos los del barrio y que sienten como algo muy suyo. Recorremos todo el espacio; hay salas de estudios, salas de ensayo, salas de exposiciones. Las vistas desde allí arriba son impresionantes. Recuerdo lo que me dijo al llegar a Medellín el arquitecto Camilo Restrepo: "Esta ciudad ha vivido ocho años de inversión en el espacio público en los que los mejores profesionales han construido las mejores infraestructuras". Un modélico plan urbanístico que ha conseguido que la ciudad, tras años de conflictos, muestre ahora su mejor cara.

A la salida, y para despedirnos, nos apuntamos a la clase gratuita de aerobic-rumba que hay en la plaza y que forma parte de un ambicioso programa cultural y social puesto en marcha por la Alcaldía. Ante las risas de todos por nuestro ritmo tan peculiar, bailamos y bailamos hasta desfallecer. Ya es de noche y la biblioteca nos despide espectacularmente iluminada. Quién me iba a decir a mí que iba a pasear tan tranquila y a estas horas por este barrio en el que hasta hace nada morían al día entre 30 y 40 personas por acciones violentas y en el que la Policía no se atrevía ni a entrar. Claro que es posible cambiar el mundo, pienso. ¿Y qué necesitamos? Tesón, ilusión, compromiso y trabajo.




viernes, 25 de noviembre de 2011

¡Qué locura arquitectónica!

La casa que veis en esta foto no está ni en El Cairo ni en Alejandría ni en Asuán sino en el mismísimo Medellín, en Prado Centro, uno de los barrios más queridos de la ciudad, el más exclusivo entre los años 30 y los 50 y toda una locura arquitectónica con edificaciones no sólo egipcias sino de estilo oriental, republicano, colonial, belle epoque, art decó, neoclásico y kitsch.

Paseo feliz una tarde de lluvia por este museo de la arquitectura entre guayacanes, ceibas y arrayanes e imagino a los ricas familias de la época regresando de sus viajes por el mundo cargadas de regalos y de fotografías de las casas de sus sueños que, con los años, conseguirían construir con ayuda de los mejores arquitectos y artesanos de la época.

En Prado Centro me pierdo entre las antigüedades de la tienda-galería "Casi nuevos" donde charlo con Mónica Pujo, su dueña, mientras su gata Misy duerme plácidamente junto a nosotras. Me cuenta que ella vivió en el barrio hasta los doce años pero que lo tuvieron que abandonar ante los graves problemas de inseguridad. Hoy, clínicas de salud, centros de arte, como Plaza Arte, compañías de teatro, como El Águila Descalza (en la foto de abajo), o ballets, como el Folclórico de Antioquia, lo han elegido como centro de operaciones.

Quedo fascinada con el Palacio Egipcio y por la noche, para mi sorpresa, mi amigo Carlos me cuenta que fue mandado construir en 1932 por su abuelo, primer optómetra de la ciudad, fundador de la óptica Santa Lucía, miembro de la Sociedad Astronómica de Francia, discípulo de Camille Flammarion  y un enamorado de todo lo que tuviera que ver con el país de los faraones que visitó en varias ocasiones. Don Fernando vivió allí cerca de cuarenta años con su mujer Soledad y sus 14 hijos, entre los que se encontraba Otto, el padre de mi amigo Carlos. En 1973 fue vendida. A la casa, propiedad actualmente de la institución educativa Cestec, se la bautizó en su día como Ineni, nombre que en egipcio significa “Princesa hereditaria de noble familia”. Y mientras ceno con Carlos y me cuenta anécdotas de su familia imagino lo bien que lo hubiéramos pasado mis hermanos y yo en un palacio como éste, correteando por el monumental patio de columnas con tallas de flores de loto y descifrando los jeroglíficos dibujados a golpe de cincel en sus paredes.


jueves, 24 de noviembre de 2011

Un viaje por los aires

Además de metro, Medellín tiene Metrocable, un sistema de transporte por cable aéreo único en el mundo junto con el de Caracas. ¿Y en qué se diferencia este metrocable de otros instalados por medio mundo? En que el de la ciudad colombiana es un medio de transporte público permanente o de frecuencia continua, a diferencia de otros enfocados a transportes para fines específicos y con frecuencias no continuas, como por ejemplo los utilizados en estaciones de esquí o centrales hidroeléctricas.

Para llegar al metrocable, primero me subo al metro en una de las paradas cerca del hostal donde me hospedo. Nunca antes había visto unos vagones tan limpios, unas estaciones tan cuidadas, unos viajeros tan respetuosos. ¿Y cuál es el secreto de que el metro de Medellín parezca recién construido a pesar de tener ya más de diez años? Pues la pócima mágica se llama Cultura Metro, un programa de formación de usuarios -según me cuentan- que confía en el buen espíritu de la gente y en su capacidad para asumir normas y responsabilidades y participar activamente en la prestación del servicio. Paralelamente a este proceso de Formación de Usuarios, la Alcaldía ha puesto en marcha lo que se ha venido a llamar la Relación con la Comunidad que ha establecido unos canales de comunicación fluidos con los vecinos de las diferentes estaciones, generando así un sentido de pertenencia y una actitud de cuidado y preservación de las instalaciones. La fórmula ha sido un verdadero éxito y expertos de todo el mundo vienen a Medellín a conocer la transformación social que una obra de esta naturaleza ha supuesto para la sociedad.

En Metrocable hago el viaje hasta la parada del Parque Arví. Mis compañeros de cabina no son turistas, ni esquiadores ni nada por el estilo sino trabajadores que regresan a su casa en un pueblecito que se llama Santa Elena. Hablo con ellos y me cuentan que antes de existir el Metrocable el trayecto en autobús no era menor a una hora y que ahora llegan a su destino en un apacible y silencioso viaje por los aires y en tan sólo quince minutos. Sonríen. Cogemos altura, perdemos de vista la ciudad y empezamos a sobrevolar los bosques que rodean al  parque. Ya no hay carros, ni ruido, ni casas. Tan sólo árboles, árboles y árboles, bancos de niebla y los cantos de los pájaros. No hablamos dentro de la cabina. Sobran las palabras. Está atardeciendo y las vistas son impresionantes.

Me despido de mis compañeros de viaje mientras aplaudo este sistema de transporte que ha servido para integrar a la ciudad comunas y áreas de difícil acceso y ligar a la vida cotidiana a grandes sectores de las clases menos privilegiadas. Bravo. Todo esto se merece un gran aplauso.

martes, 22 de noviembre de 2011

El mejor pastelero del mundo

Lo veis en la foto en plena faena. Se llama Josep María Rodríguez, tiene 26 años, y en enero, junto a otros dos pasteleros españoles, ganó en Lyon la prestigiosa Copa del Mundo de Pastelería con tres  piezas -una de chocolate, otra de azúcar y otra de hielo- inspiradas en la obra de Julio Verne "La vuelta al mundo en 80 días".  El jurado, claro está, cayó rendido ante semejante despliegue de imaginación, profesionalidad y fantasía.

Todo esto y mucho más fue lo que nos contó ayer Josep María en el primer Café Literario, organizado por mi amigo Alejandro López Conde -excelente publicista y mejor comunicador-, en la Escuela Taller de Bogotá, por cierto, un sitio precioso en pleno centro histórico de la ciudad -La Candelaria-, que funciona con la ayuda de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Josep María nos habló de las torrijas, tortas de anís y tartas de Santiago cocinadas junto su abuela, de la primera sopa de ajo que hizo para su hermana y que resultó un auténtico desastre, y de cómo consiguió entrar como aprendiz en el famoso restaurante Miramar de Paco Pérez, después de enviarle durante meses un currículum cada semana y donde estuvo lavando lechugas hasta la locura y trabajando para pagarse los estudios en una escuela de cocina.

Pero el tesón y el empeño de este jovencísimo y grandísimo pastelero no acaba aquí. Según nos contó ayer se propuso trabajar en el restaurante Zuberoa, en el País Vasco, y lo consiguió; apuntó al famoso pastelero Oriol Balaguer y fue en su obrador donde hizo su primer pastel en solitario: una enorme tarta de chocolate para las bodas de plata de sus padres. Y de allí saltó al negocio de otro top de la pastelería, Paco Torreblanca, quien le enseñó eso de que cuando te miras al ombligo estás muerto.

Sus ganas de seguir aprendiendo e investigando le llevaron a París donde se plantó tan sólo con una maleta y unas cuantas direcciones. Su objetivo: Fauchon, la mejor pastelería de la capital gala y probablemente del mundo. Tras tres meses dejando a diario su currículum consiguió entrar en el negocio, eso sí, trabajando de 9 de la noche a 11 de la mañana, y desde cero. Cansado del frío y deseoso de nuevas experiencias regresó a Cataluña para trabajar en la Pastelería Dolç, de Yann Duytsche, donde ha estado cinco años. ¿Y ahora qué? le pregunté ayer: "En unos meses abriré en Barcelona un negocio de pastelería y degustación con productos asequibles para todo el mundo". Estaremos atentos.

Gracias Josep María por compartir con nosotros y con todos los chicos y chicas de la Escuela Taller esta dulce enseñanza de vida y a ti Alejandro por sonsacar, con tu saber y humor, lo mejor de sí mismo a este genio de la pastelería.


domingo, 20 de noviembre de 2011

La Casa de Todos

He regresado de Medellín convencida de que es posible un cambio y admirada de la ilusión, el compromiso y el trabajo en equipo de toda una ciudad. De todos los sitios que he conocido y visitado que más me han interesado y el que ha conseguido hacerme reflexionar y conmoverme y removerme de la cabeza a los pies ha sido el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, un espacio para la proyección cultural, la mejora de la educación y el desarrollo comunitario de los habitantes de la Comuna 4. Un inciso: Medellín cuenta con 15 corregimientos y 16 comunas integradas por 249 barrios.

Visito el centro un día de fiesta; en la patio de la entrada me reciben los gritos, risas y juegos de cientos de niños que han llegado hasta aquí para participar en la Piscinada. Agua por todas partes, juegos, concursos. Todo vale en este espacio cultural y educativo levantado literalmente en medio de uno de los barrios más pobres y marginados de la ciudad. Un sueño de muchos hecho realidad en el que todo el mundo –no importa de dónde venga ni a dónde vaya- tiene su sitio. Por algo lo llaman “La Casa de Todos” y así la sienten y así la siento yo desde el primer momento que la piso. 

El edificio es obra del reconocido arquitecto colombiano Rogelio Salmona y el único diseñado por él que hay en Medellín. Sus fachadas están inspiradas en la tradición mozárabe y en la arquitectura militar hispánica y no buscan impresionar a la ciudad -como leo en uno de los carteles explicativos- sino hacerse con ella. Yo admiro profundamente la obra de Salmona desde que la descubrí en Bogotá, así que me siento una verdadera privilegiada al poder recorrer de una punta a la otra este edificio de ladrillo rojo y espacios de escala íntima, proyectado por él tan sólo unos meses antes de morir.

Yeison Henao, promotor cultural del centro, habitante del barrio y miembro de la Red Cultural de la Comuna 4, me brinda una calurosa bienvenida y me explica que el centro, dirigido en la actualidad por Carlos Uribe, reconocido artista y humanista colombiano, fue inaugurado en 2008 por iniciativa popular con dinero privado, al que más tarde se sumaría el público. Me da algunos datos: diariamente pasan por él una media de 1.400 personas que participan en las cientos de actividades organizadas. Aquí, me asegura Yeison, siempre hay algo que hacer. Y así es. Daniel me cuenta que viene a bailar break-dance y Carolina me habla de sus clases de capoeira. Hay quien prefiere estudiar inglés, manicure, guitarra, manualidades, graffiti. Existen, además, cursos de iniciación musical, baile, artes visuales y escénicas, danza, artesanía, técnica vocal, expresión corporal, informática, instrumentos de viento… Y cine, cuentacuentos, conferencias, literatura, teatro. La lista de actividades programadas para todas las edades es interminable y admirable. Además, el centro funciona como un canalizador de procesos de memoria e identidad porque no hay que olvidar de dónde venimos y a dónde vamos.

Subo con Yeison a una de las terrazas del edificio desde donde diviso a un lado, el paseo peatonal Carabobo que conecta con el centro histórico, a mi pies, la quebrada de Bermejala y a lo lejos, el morro, primero botadero de escombros, luego depósito de basuras y más tarde basurero municipal, hoy convertido en emblema del barrio y germen de todo un sueño. Yeison vivió allí y me dice que parte del barrio de Moravia está asentado sobre ese antiguo basurero al que fueron llegando hace unos cuarenta años, y en busca de trabajo, cientos de personas desplazadas de todo el país que poco a poco fueron levantando sus viviendas. Hoy en día, en un área muy pequeña, vive una población cercana a los 50 mil habitantes lo que le convierte en uno de los barrios de Colombia con mayor densidad de población. Y todo un crisol de culturas en el que conviven gentes del sur del país, del norte, del Pacífico, de Los Llanos que han convertido el Centro Cultural en su punto de encuentro.

Me despido de Yaison y, acompañada por Alejandra, doy un paseo hasta el Nodo de Desarrollo Cultural, un espacio para fomentar el ocio y la cultura levantado al pie del morro en unos coloreados contenedores de transporte con el que se quiere descentralizar la actividad del centro. Alejandra tiene 20 años, nació en este barrio, vive con su abuela y me confiesa que el Centro Cultural de Moravia le ha cambiado la vida: “Antes de que lo construyeran yo no había tenido ningún contacto con el mundo del arte y la cultura. Después de participar en varias de las actividades y talleres organizados decidí estudiar Artes Plásticas en la Universidad de Antioquía. Me encanta la fotografía y me gustaría poder dedicarme profesionalmente a ella”. Qué maravilla.

Os dejo un vídeo para que conozcáis el edificio.


viernes, 18 de noviembre de 2011

¡Descálzate!

El metro de Medellín me lleva al Parque de los Pies Descalzos. Es muy temprano, por fin ha salido el sol y estoy deseando  disfrutar de este recorrido de descanso, meditación y relajación, gratuito y pensado para todos.

Luis García, nuestro guía y estudiante de la Universidad de Antioquia, nos invita a descalzarnos y adentrarnos en el bosque de bambú. Tan sólo el hecho de quitarme los zapatos y comenzar a andar sobre el sendero de pequeñas rocas transforma mi energía y mi respiración. La temperatura allí dentro es muy agradable. Luis nos propone cerrar los ojos, oír los sonidos y meditar durante un minuto. Qué relativo es el tiempo pensamos todos tras terminar el ejercicio.

Ya descalzos, nos dirigimos a la segunda textura del recorrido: la grama. Cincuenta jóvenes de la Banda Sinfónica de Santander de Quilichao, de visita en la ciudad, se unen al grupo. En fila india, y de nuevo con los ojos cerrados, comenzamos a caminar y nos damos cuenta de lo importante que es la confianza en nosotros y en los demás.

De espaldas, borrando nuestra huellas mientras caminamos simbolizando dejar atrás nuestro pasado, entramos al espacio de la arena donde cada uno dibuja una figura con sus pies: elijo un corazón por el amor que siento por Medellín y su gente. Atravesamos con los ojos cerrados un laberinto de troncos hasta llegar a un precioso árbol. El guía nos invita a acariciarlo; a primera vista he pensado que era rugoso y áspero pero me sorprende su suavidad al tocarlo. Recuerdo que no debo olvidar que, a veces, las apariencias engañan.

Sumergimos nuestros cansados pies en una pequeña balsa -el “Espejo del agua”-, donde, guiados por Luis, los limpiamos y masajeamos con mucho mimo. Qué delicia. A mi alrededor cientos de personas de todas las edades disfrutan de este espacio de ocio y encuentro cultural donde he sentido y estimulado todo mi cuerpo , lo he liberado de tensiones y, lo más importante, he reflexionado. 

Maravillosa iniciativa. ¿No podrían otros países adoptarla? 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Casa Canutos, charcutería frutal


Un taxi me lleva al barrio Manila, en El Poblado, Medellín. Mi cita: "Casa Canutos". Me recibe Samuel Restrepo, hace años ingeniero de producción en una fábrica de automóviles, hoy feliz dueño de esta dulce empresa -a la que le gusta llamar charcutería frutal- donde se fabrican, de forma totalmente artesanal, caramelos de frutas, chocolates y mermeladas, todo, cien por cien natural. El negocio se levanta en una preciosa y colorida casa estilo retro -con jardín vertical incluido (en la foto de abajo)- en la que, además, se sirven nutritivos y medicinales jugos; yo me decanto –por eso de ser española- con el “Madre Patria”, elaborado con mandarina y fresa. 

Lo siento de veras por los que todavía no habéis tenido la suerte de probar los “Canutos” de Medellín, esos caramelos de mora, lulo, maracuyá, limón, tamarindo, coco y arequipe, uchuva, nueces del Brasil y café que se te deshacen en la boca y crean verdadera adicción. No sabéis lo que os estáis perdiendo. ¿Y quién se inventó esta delicia? La historia es de película: Cecilia Echavarría, madre de Samuel, preparaba una famosa receta familiar y por error la confundió, pero cual sería su sorpresa al darse cuenta de que su “error” se había convertido en un espectacular caramelo. Samuel mejoró la receta y de ahí nació el famoso “Canuto” -se llama así por la forma que tiene- del que actualmente se fabrican 300.000 unidades al mes que se distribuyen en restaurantes, centros comerciales y tiendas de 18 ciudades de Colombia. Todavía no se exportan -tiempo al tiempo- pero se tiene constancia de que han llegado ya a 42 países de todo el mundo en las maletas de los viajeros. En la mía aterrizarán en España.

Todo en "Casa Canutos" se hace a mano, con amor, dedicación y mimo; desde comprar la fruta -Samuel se encarga personalmente de ello-, hasta lavarla; desde envolver los caramelos en plástico hasta cortarlos con un afilado cuchillo y con mucha destreza, eso sí, para que todos queden iguales. Salgo de “Casa Canutos” feliz, con dos bolsas gigantes en mi bolso de estos exóticos y adictivos caramelos con los que, a buen seguro, sorprenderé a mi familia y amigos estas Navidades.

martes, 15 de noviembre de 2011

Se va el caimán, se va el caimán...


Hace dos años, a orillas del río Sardinata, en un departamento aquí en Colombia que se llama Norte de Santander, un caimán de casi 4 metros de largo y 175 kilos de peso saltó del agua, mordió el pie de Laura Danith Camacho Meza, de tan sólo 6 años, y la arrastró al fondo. ¿Qué había pasado? ¿Un caimán que ataca sin ton ni son a un humano? Raro, raro. Había que investigar...

Se contrató a Giovanni Andrés Ulloa, especialista en manglares y fauna silvestre de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, quien tras años de trabajo ha descubierto, entre otras cosas, que a lo largo de los 132 kilómetros de los ríos Sardinata, San Miguel, Nuevo Presidente y Tibú pueden llegar a vivir nada más y nada menos que cerca de 1.000 caimanes del Magdalena (Crocodylus acutus), también llamado caimán aguja. El de la foto. Una noticia más que extraordinaria si tenemos en cuenta que estamos hablando de una especie incluida en la lista roja de la Convención Internacional Cites, es decir, en peligro de extinción.

Por cierto, ¿sabéis qué diferencias hay entre un caimán y un cocodrilo? Os doy algunas: los cocodrilos son más grandes que los caimanes que tienen la cabeza más ancha y plana y un hocico en forma de u mientras que los cocodrilos lo tienen en forma de v. Un caimán puede cerrar la boca y esconder toda su dentadura mientras que un cocodrilo por mucho que lo intente siempre enseñará sus dientes de abajo. Menudas fierecillas.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Un pecado de cazuela de frijoles

Hubiera sido un verdadero pecado haberme ido de Medellín sin probar la cazuela de frijoles. Tenía más que claro que sufriría las consecuencias tras la ingestión de esta bomba gastronómica pero, aún así, y a pesar de todo, acepté el sábado la invitación de Carlos y Clara y, acompañada de Martín, me planté en "Ajiacos y mondongos exquisitos", uno de los mejores restaurantes de la ciudad para probar este plato típico. 

La cazuela es una feliz combinación de sabores propios de la comida paisa y lleva frijoles, carne desmechada, chicharroncito picado, maíz tierno, plátano y aguacate. Se sirve -como veis en la foto-con patatas fritas muy finas y crujientes por encima y acompañada de una arepa. Deliciosa está deliciosa, para qué os voy a engañar, pero se necesita un estómago a prueba de bomba para poder digerirla.

Los dueños de este lindo y acogedor restaurante ubicado en el barrio de El Poblado no quieren complicarse la vida así que sólo preparan, además de estos frijoles, dos platos más tradicionales de esta tierra: el ajiaco y el mondongo, parecido a los callos españoles. ¿Quién se atreve?

sábado, 12 de noviembre de 2011

El pirarucú

El Parque Explora de Medellín tiene el acuario de agua dulce mayor de Sudamérica y el rey de esta pecera gigante de 3 mil litros de agua es el pirarucú. Conocido también como arapaima y paiche, el "pececito" en cuestión puede llegar a medir 4 metros de largo y pesar 300 kilos, lo que le convierte en el segundo pez de agua dulce más grande del mundo, después del huso huso. 

El pirarucú vive en la cuenca del Amazonas, en el río Madre de Dios, en Perú, y en el Beni, en Bolivia. Hay épocas del año en las que le toca vivir en aguas poco oxigenadas, así que no tiene más remedio que salir a la superficie a respirar. Generalmente lo hace en períodos de 15 minutos, pero he leído por ahí que puede aguantar hasta 40 minutos si se encuentra en peligro o en plena persecución. ¿Y cómo lo hace? Gracias a su vejiga natatoria que es muy grande y vasculada y actúa como un pulmón humano. Pero ésta no es su única habilidad: nuestro amigo puede llegar a saltar hasta dos metros para cazar insectos o aves fuera del agua. No sé en otros países pero aquí en Colombia se han encontrado fósiles de pirarucú de hace más de 23 millones de años. Se dice pronto.

Esta tarde llueve mucho aquí en Medellín pero mañana me acerco seguro al Parque Explora a ver de cerca a este "bichito" que, dicen, se parece a un dragón oriental.

viernes, 11 de noviembre de 2011

El fique de Guacamayas


Hace unos meses estuve en España y le llevé a mi madre de regalo una frutero de fique de Guacamayas que, por cierto, le encantó y que seguro guarda con muchísimo amor. A mí, lo que me encanta es perderme por los mercados de artesanía aquí en Colombia y encontrarme piezas como las de la foto que le alegran a una la vida con sus increíbles colores.

Guacamayas es una pequeña población en Boyacá, departamento en el oriente de Colombia, donde más de 200 familias continúan con la tradición de los indios laches de lo que se conoce como cestería en espiral para confeccionar en paja blanca -hoja de palma- y fique -conocida también como cabuya- todo tipo de objetos que originariamente se utilizaban para recolectar los alimentos y en rituales y ceremonias sagradas, y ahora se destinan a la decoración.

Como en todo, claro está, esta técnica tiene truco: la paja debe ser pareja en su espesor para lograr un enrollado perfecto y armar el objeto de tal forma que al manipularlo y envolverlo con el fique no se desbarate.
Y otro dato: el fique se sigue tiñendo en fogones de leña con anilinas a base de materiales vegetales como la naranja, el limón, la lima, la bellota de plátano y el vinagre.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Entre onces y medias nueves


Los colombianos son de buen comer por lo que, además de las tres comidas diarias, acostumbran a tomar "las medias nueves", entre el desayuno y el almuerzo, y "las onces", a media tarde. Buñuelos, pandebonos, pandeyucas, almojábanas, galleticas de mantequilla, tortas caseras, panderos, cucas, arepas, roscas de sagú, mojicones, encarcelados, roscones, palmeras, quesito, empanadas, café con leche o con queso, malta y avena. Todo vale para estos reconstituyentes refrigerios.

"Las onces" no se comen, se toman y si es con un grupo de amigas en alguno de los salones de té del centro de Bogotá, fundados a mediados del siglo XIX, mejor que mejor. ¿Y de dónde viene eso de "las onces"? Versiones hay muchas pero yo me quedo con la que cuenta que hace ya muchos años existía en el barrio de La Candelaria, en Bogotá, un convento franciscano donde los sacerdotes no sabían cómo quitarse el frío del cuerpo. La solución llegó un buen día desde Manizales en forma de botella de aguardiente. ¿Y qué pasó? Pues que los benditos hombres se acostumbraron a la bendita bebida a la que, muy cucos ellos y para evitar escándalos y suspicacias, empezaron a llamar por el número de letras que componían la palabra con la que se nombra esta incolora bebida, de sabor fuerte y dulzón, pidiendo en cantinas y demás tugurios no un aguardiente sino "un once".

La expresión gustó, empezó a correr como la pólvora por toda la ciudad, se hizo plural -paso a llamarse "las onces"-, y fue adoptada de buen gusto por todos esos hombres que volvían a sus casas después del trabajo, se aseaban, se cambiaban de ropa y al rato salían otra vez para irse a tomar un trago. Cansadas de estas salidas, las mujeres empezaron a irse ellas también a tomar el té y a estas escapadas las siguieron llamando “ir a tomar las onces”. ¿Bonito cuento, verdad?

martes, 8 de noviembre de 2011

El fundador de Bogotá

Pregunta: ¿Quién sabe el nombre del fundador de Bogotá? Yo me he enterado hoy que se llama Gonzalo Jiménez de Quesada, nació hacia 1500 en España -no se aclaran si en Córdoba o Granada- y en 1535 se sumó como voluntario a la expedición que partió de Sanlúcar de Barrameda rumbo al río Magdalena con más de mil hombres y en busca de "El Dorado".

En abril de 1537 nuestro protagonista llegó a la sabana bogotana a la que bautizó como "El Valle de los Alcázares" por la gran cantidad de aldeas de los indios muisca y chibcha que se encontró. El español entró en guerra con el Zipa, -que era el jefe de la zona-, acabó con él y decidió fundar una villa para establecer un gobierno estable. El sitio elegido fue Thybzaca -hoy barrio de Teusaquillo-, por su abundancia de aguas, madera y piedra, y además porque estaba protegido de los vientos por los cerros de Guadalupe y Monserrate.

Levantaron 12 bohíos -que es como se conoce aquí a las cabañas hechas de madera y ramas, cañas o pajas y sin más respiradero que la puerta- y una capilla, y se escogió el 6 de agosto de 1538 como día de la fundación de la villa a la que se primero se llamó Nuestra Señora de la Esperanza, después Bogotá y finalmente se bautizó con el nombre de Santa Fe de Bogotá Distrito Capital.

No contento con esto y movido por sus ansias de riqueza y aventura, en 1570 Jiménez de Quesada puso rumbo a Venezuela a ver si con un poco de suerte encontraba "El Dorado". Pobre ingenuo. Dos años estuvo por ahí buscando que te buscó y al final regresó a Colombia derrotado y arruinado. Hasta le tuvieron que conceder una ayudar por indigente. Lo que son las cosas. Años después murió en la localidad de Mariquita, un 16 de febrero de 1579. Sus restos reposan en la Catedral de Bogotá. 

domingo, 6 de noviembre de 2011

La fiesta de las mil caras

Con motivo de la celebración de los 450 años de la fundación de la ciudad de Bogotá, la argentina Fanny Mikey y el colombiano Ramiro Osorio pusieron en marcha la primera edición del Festival Iberoamericano de Teatro, bajo el lema "Un acto de fe en Colombia".  Hoy, el certamen es una de las muestras de artes escénicas más grandes del mundo por su capacidad de convocatoria, el número de funciones y la diversidad de géneros. 

El jueves pasado estuve con mi amigo Andrés en la presentación de la decimotercera edición del festival que se celebrará del 23 de marzo al 8 de abril del año que viene y en la que participarán 45 compañías internacionales de 29 países y 60 colombianas. Habrá 2.000 artistas en escena, 1.000 funciones y 70 eventos especiales en 22 salas de teatro, 15 parques, la Plaza de Toros, el Coliseo El Campín, el Palacio de los Deportes y Corferias. Ojalá yo siga por Colombia para poder disfrutarlo. 

La verdad, llegamos un poco tarde a la fiesta pero me dio tiempo a empaparme del espíritu del certamen, ver la nueva imagen diseñada por Carlos Duque -conocido diseñador y fotógrafo colombiano-, con el nombre de "La fiesta de las mil caras", tomarme un jugo de naranja que era lo único que había para beber y divertirme un rato con los espectáculos preparados de tango aéreo, danza fachada, péndulos, elásticos y acrobacia a techo. Hay que ver lo que aprende una cuando sale de casa.  

jueves, 3 de noviembre de 2011

Y se armó la marimonda

Os propongo un viaje, y sin moveros de casa, al Carnaval de Barranquilla. Allí, a mediados del siglo XIX, un vecino, con poco dinero y muchas ganas de molestar y ridiculizar al poder y la clase adinerada, cambió el satín y la pedrería por lo que encontró en su armario para hacerse su disfraz. Muy ingenioso él, se colocó un pantalón y una chaqueta al revés, un par de medias a manera de guantes y con un saco de harina se hizo una careta. Con las fundas de una vieja almohada diseñó unos anillos que rellenó con esponja para simular unos grandes ojos, una boca y una larga nariz. Para rematar el atuendo se anudó al cuello una enorme corbata con la que demostrar su antipatía por los funcionarios -que ya entonces trabajaban poco y cobraban mucho-, unas elefantiásicas orejas, el "pea pea" -pito de caucho-, y una varita de totumo para espantar a quien le quisiera quitar la máscara y aguar la fiesta. Nacía así la marimonda, disfraz auténticamente barranquillero que desde entonces viste el que quiere divertirse y reírse de todo y de todos. 

Tan famoso es este disfraz que hasta himno tiene. ¿Y cuál es?  Pues se llama "La Butaca", fandango alegre ideal para que el espontáneo bailarín se invente todo tipo de pasos de los que después, claro está, ni se acuerda. He leído por ahí que las marimondas también se mueven al ritmo de "Vamonos caminando", "El Cebú" y "Carnaval de Barranquilla", faltaría más. Ya lo dice el refrán "No es tanto el disfraz de marimonda sino los brincos que hay que dar". Y para eso, claro, se necesita una buena música.

No os perdáis este vídeo. Si es que ya lo sabía yo; al final se armó la marimonda... 


miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Para desayunar? Un tamal con chocolate

Dicen los que saben de esto que si no huele a lechona cuando se abre y no se toma para desayunar con pan -o arepa- y chocolate no es un verdadero tamal tolimense. Ya lo dice el refrán: "El que en Bogotá no ha ido con su novia a Monserrate no sabe lo que es canela ni tamal con chocolate". Yo recién levantada todavía no he sido capaz -ni creo que lo sea en la vida- de meterme entre pecho y espalda este sabroso y contundente plato típico de la gastronomía colombiana que te sirven envuelto en hojas de plátano y que abres como si fuera un regalo; mejor lo dejo para la hora del almuerzo y por las mañanas sigo fiel a mis tostadas con mantequilla o con tomate y aceite que tanto me gustan y tan bien sientan a mi delicado estómago.

Un tamal tolimense como dios manda tiene que llevar pollo criollo, costilla, pellejo y cerdo, además de  huevo cocido, zanahoria y papa. La masa se hace con arroz y maíz -el secreto está en revolver y revolver con mucha paciencia hasta que quede bien espesa-, a la que se añaden arvejas secas -guisantes- y hogao, un sofrito a base de manteca de cerdo, cebolla larga, ajo, colorante, pimienta y comino. Cuando el relleno está listo se cogen dos hojas de plátano cachaco, previamente calentadas para endurecerlas, y se colocan en forma de cruz para envolverlo. Una vez listo se tapa con más hojas y se cocina durante tres horas con buena candela de leña para después dejarlo a fuego lento otras cuatro horas. Y a la mesa, a disfrutar de este rico manjar que toma su nombre de Tolima, departamento del centro del país.

martes, 1 de noviembre de 2011

Petro, la zanahoria, Al Capone y la Ley Seca

No os lo vais a creer pero he estado todo el fin de semana con pesadillas pensando que me iba a tropezar con Al Capone en alguna esquina de Bogotá. He soñado que el mafioso resucitaba de su tumba y, puro en boca, se plantaba en Colombia para hacerse con el control del país, aprovechando la imposición de la Ley Seca ya que de esto, él sabe un rato.

¿Ley Seca en Colombia? Sí, no es ninguna broma. En este país existe desde hace años un decreto por el que no se puede ni vender ni consumir alcohol en días especiales -en los que existen programados importantes eventos como unas elecciones o ante la amenaza de disturbios públicos- con el fin de evitar, copio literal, "que se presenten disturbios o estos se agraven cuando parte de la población participante se encuentra bajo influencia del alcohol". Y como este domingo hemos tenido elecciones aquí no se ha podido ni comprar una botella de vino ni tomar en un bar un trago desde las 6 de la tarde del sábado hasta las 6 de la mañana de ayer lunes. Y si no que nos lo digan a Santiago y a mí que el domingo por la noche nos tuvimos que conformar con una insípida cerveza sin alcohol para acompañar nuestra cena. 

A mí, como española, esto de la Ley Seca - que por cierto también se aplica en otros países como Argentina o Chile, eso sí, con sus particularidades- no sé si me suena a chiste o a película pero entiendo -o hago por entender- que la fuerza de la tradición ha hecho que esta medida no sea controvertida, se viva con total naturalidad y aquí no proteste ni el gato. También es verdad que dónde existe la ley, existe la trampa y lo que ha hecho todo el mundo este fin de semana es comprar el "trago" unos días antes y beberlo tranquilamente en casa.

Ley Seca sí, pero ¿qué me decís de la Ley Zanahoria? Sí, la que dictó en 1996 el entonces alcalde de Bogotá, Antanas Mocus, que prohibía mantener abiertos los lugares de diversión y vender licor pasada la  una de la madrugada. Su propuesta se justificó en que el 49% de muertes accidentales de tránsito, el 33%, de homicidios por armas de fuego, el 49%, por armas cortopunzantes y el 35%, de suicidios, entre otros, estaban relacionadas con el consumo de alcohol, al hallarse elevadas cantidades en la sangre de las víctimas. Aquí en Colombia, y en términos despectivos, el término "zanahoria" se utiliza para designar conductas o personas sanas. La ley de Mocus pasó a mejor vida pero ya hay voces que piden que vuelva a entrar en vigor. 

Por cierto, la alcaldía de Bogotá la ha ganado Gustavo Petro con el 32% de los votos, en unas elecciones en las que la abstención ha rozado el 53 por ciento y que han estado controladas por más de 300 mil soldados en todo el país.