Hace dos años, a orillas del río Sardinata, en un departamento aquí en Colombia que se llama Norte de Santander, un caimán de casi 4 metros de largo y 175 kilos de peso saltó del agua, mordió el pie de Laura Danith Camacho Meza, de tan sólo 6 años, y la arrastró al fondo. ¿Qué había pasado? ¿Un caimán que ataca sin ton ni son a un humano? Raro, raro. Había que investigar...
Se contrató a Giovanni Andrés Ulloa, especialista en manglares y fauna silvestre de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, quien tras años de trabajo ha descubierto, entre otras cosas, que a lo largo de los 132 kilómetros de los ríos Sardinata, San Miguel, Nuevo Presidente y Tibú pueden llegar a vivir nada más y nada menos que cerca de 1.000 caimanes del Magdalena (Crocodylus acutus), también llamado caimán aguja. El de la foto. Una noticia más que extraordinaria si tenemos en cuenta que estamos hablando de una especie incluida en la lista roja de la Convención Internacional Cites, es decir, en peligro de extinción.
Por cierto, ¿sabéis qué diferencias hay entre un caimán y un cocodrilo? Os doy algunas: los cocodrilos son más grandes que los caimanes que tienen la cabeza más ancha y plana y un hocico en forma de u mientras que los cocodrilos lo tienen en forma de v. Un caimán puede cerrar la boca y esconder toda su dentadura mientras que un cocodrilo por mucho que lo intente siempre enseñará sus dientes de abajo. Menudas fierecillas.
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