En Bogotá cabinas telefónicas las hay contadas con los dedos de la mano; yo en estos seis meses que vivo allí habré visto como mucho dos o tres y mira que paseo y paseo por la ciudad. Locutorios existen, y muchos, pero suelen estar muy llenos y hay que esperar. Pero esto no es problema: si vas por la calle, no tienes celular -móvil, como le decimos en España-, se te ha olvidado en casa o se te agotó el saldo -te quedaste sin minutos vamos-, no sufras: en casi cada esquina encontrarás un minutero o minutera (como el de la foto) perfectamente identificado con su pancarta o su cartel en el pecho y en la espalda que te prestará uno de sus móviles -eso sí, atado a una cadena para que ni se te ocurra agarrarlo y salir corriendo- con el que podrás hacer tu llamada a un precio sorprendentemente barato, entre 100 y 350 pesos colombianos (recordad que 1€ viene a ser unos 2.350 pesos). Es el negocio de los "Minutos de celular".
Yo este servicio no lo había visto en ningún otro sitio del mundo y la verdad es muy cómodo, pero ¿qué encierra todo esto? El negocio, según he investigado, fluye a través de una cadena en la que cada uno gana según el lugar que ocupe en ella. En lo alto están los dueños de las líneas que pueden llegar a operar hasta con mil de ellas. Por detrás, los subdistribuidores, los llamados patrones, intermediarios que trabajan como empleados de los primeros y ganan un porcentaje por minuto registrado. Son los más conocidos, los que dan la cara en el negocio y se encargan de contratar y controlar a los trabajadores, pagar facturas y administrar y ordenar su zona de influencia. Y en la base de la cadena están los minuteros y minuteras, los que uno ve en la calle con sus pancartas y sus chalecos identificativos y varios celulares encadenados a sus cuerpos y que son los que menos ganan, claro.
Los negocios de telefonía que pagan religiosamente sus impuestos y arriendos llevan años poniendo el grito en el cielo y quejándose por la competencia desleal. La Policía, por si fuera poco, dice que muchas extorsiones y amenazas se hacen desde esos teléfonos callejeros pues los delincuentes saben que es una manera fácil de no dejar rastro. Pero me temo que esto de los minutos de celular ya no hay quien lo pare.
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