Este país no deja de sorprenderme. Ahora me entero de que en Medellín hay una funeraria que está realizando el primer censo de fantasmas en Colombia. De verdad que no estoy de broma. Ya hay 215 de estos seres sobrenaturales debidamente censados y clasificados.
El cerebrito de toda esta operación se llama William Betancur, es gerente de la funeraria que lleva su apellido y lo del "censo fantasmal" se le ocurrió después de sentir a diario y por todos los rincones de su negocio la presencia del espíritu de su perro, muerto hace unos meses.
En grupo de tres, los cazafantasmas que trabajan para Betancur se enfundan en capas y con camándula -un rosario para que nos entendamos-, agua bendita y brújula en mano, recorren los edificios y casas deshabitadas de la ciudad buscando a los pobres desdichados. Dicen que si la aguja de la brújula se mueve rápido es que hay un fantasma cerca. Por cierto, dos condiciones indispensables para estos cazafantasmas: estar en paz con Dios y tener los nervios de acero. No me extraña.
Cuenta el tal William que las manifestaciones de los fantasmas pueden ser luminosas, a manera de destellos o bolas de luz; sonoras como pasos, ruidos o voces, y por supuesto, en forma de figura humana. ¿Con cuál os quedáis vosotros? Yo tengo que pensármelo.
En principio la idea era buscar sólo fantasmas en Medellín, pero ya están recibiendo llamadas de Bogotá y hasta de Argentina donde ya les conocen como los "gasparines", en recuerdo de Gasparín El Fantasma Amistoso de Disney.
¿Y sabéis qué va a hacer William con este censo? Pues quiere editar un libro y hasta se plantea rodar una película. Mientras tanto, ahí va uno de sus consejos: "Hay que tener más miedo a los vivos que a los muertos". Pues habrá que hacerle caso.
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