Recuerdo de pequeña que siempre que llegaba el mes de agosto mi padre nos hablaba de las cabañuelas. Para quienes no sepáis de qué va esto, y con el fin de no equivocarme porque el tema tiene su intríngulis, os copio literal la definición de un afamado diccionario: "Cálculo o suposición puramente fantástica, por el que se pretende pronosticar el tiempo que hará en cada mes, rigiéndose por el que hace en los doce primeros días del año, o deduciéndolo de la observación de las variaciones atmosféricas acaecidas en los veinticuatro primeros días del mes de agosto del año anterior". ¿Puramente fantástica? Pero si yo estaba convencida de que acertaban al cien por cien. A mí esto de las cabañuelas siempre me ha parecido tan misterioso, mágico y divertido. Pero en fin, con la Iglesia, perdón, con el diccionario hemos topado.
Bueno, el otro día mi padre me animó a investigar sobre las cabañuelas en Colombia, porque yo siempre pensé que era un asunto exclusivo de España, pero estaba equivocada. Y me he enterado de que aquí este método también existe pero a diferencia de España, donde se tienen en cuenta los 24 primeros días de agosto, la observación colombiana se basa en lo que sucede en la atmósfera durante los primeros 12 días de enero. Cada día representa un mes del año; el primero de enero será el tiempo que habrá en enero, el 2, el de febrero, y así sucesivamente. Para rizar más el rizo y comprobar que los pronósticos climáticos acertarán, los colombianos utilizan la prueba de la contra cabañuela, es decir que el día 13 de enero corresponderá a diciembre y así sucesivamente hasta llegar a enero en el día 24 de enero.
No sé si esto de las cabañuelas sigue teniendo sentido con el fenómeno del Niño, de la Niña, el calentamiento de la tierra, el deshielo de la Antártida y yo qué sé cuántas cosas más. Pero por si acaso, y si estáis en España durante este mes, no perdáis de vista el cielo, por favor. Y luego me contáis. Me da igual lo que diga el Espasa Calpe.
q bobada
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