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Ya es de noche; estoy en Mocagua, una comunidad indígena a orillas del Amazonas. D. Mamerto, suegro de Leo Vásquez, mi anfitrión, viene a casa a buscarme. ¿Y dónde voy yo a estas horas con este señor de casi 70 años? A dar una vuelta por la selva en su barquita. ¿De noche por la selva? Definitivamente debo estar un poco loca.
La barca en cuestión es una especie de cayuco de madera de pocos metros sin motor ni nada que se le parezca y para buscarla tenemos que bajar por una cuesta que de tanto barro parece una pista de patinaje. D. Mamerto va tan tranquilo saltando de un lado a otro como si fuera un crío pero yo parezco un pato mareado hasta que consigo llegar a la dichosa barquita sin resbalarme. D. Mamerto empieza a remar; a mí no me deja ni moverme no vaya a ser que nos caigamos los dos al agua, qué digo yo al agua, al ¡Amazonas! que no es moco de pavo. Yo voy sentada en la parte de atrás quieta como un muerto y el abuelito va en la proa tan tranquilo remando. Luz hay todavía de las casitas de la comunidad pero aún así estoy acojonada imaginando que puede saltar un caimán y comerme de un bocado. Por cierto, la cámara de fotos me la he dejado en casa no vaya a ser que me vaya al agua.
Dejamos el Amazonas y nos metemos por un río más pequeño que se llama Mata Matá. Y aquí sí que empieza la verdadera aventura: no hay nada de luz, la noche está oscura como la boca de un lobo y tengo tan cerca la selva que toco las ramas de los árboles. Menudo susto. Ruidos se oyen todos los que os podáis imaginar y más y a cual más extraño. A D. Marmeto lo llevo loco cada vez que oigo algo pero él, sin inmutarse. Nació en medio de la selva donde vivió muchos años con su familia completamente aislado del mundo así que qué le voy yo a contar de animales, ruidos, ríos y, como dicen aquí, demás vainas. A mí sí me impresiona, y mucho, encontrarme aquí en medio, en esta barquita que no levanta un palmo del agua. D. Mamerto rema y rema tan pancho selva adentro mientras me cuenta con su tranquila voz historias de la selva que parecen sacadas de una película -como cuando lo intentó atacar una pantera y tuvo que estar no sé cuántas horas casi sin respirar y encaramado a un árbol-, de su etnia, los ticunas, del Amazonas. Y yo, claro está, lo escucho embobada. Dice que le gusta más vivir en la comunidad que por ahí perdido porque puede jugar al fútbol y está más acompañado. No me extraña. La selva de noche es otro cuento y yo, superando el miedo, he venido a disfrutarla.
¿Quién de vosotros conoce la selva?
Hola Toya hace DIAS que no comentaba tus escritos, pero los he leído todos y sabes me haces amar mi tierra que por cierto no conozco, pero que estoy conociendo a través de ti. La situación AQUI en tu país esta muy complicada y cada dia veo que se acerca mi retorno. Tu blog me hace soñar con que al volver he de conocer mi tierra, se que no será fácil por que cuando estaba allí era todo muy costoso, espero la vida me sonría y poder conocer esos lugares maravillosos que me muestras. Bueno si la forma tan depredadora con la que se ESTAN explotando minerales, maderas, inundando terrenos para hacer hidroeléctricas no acaba con todo.
ResponderEliminarNuevamente gracias y hasta pronto
Si por favor cambiaras tu plantilla del blog por que con esta es muy difícil hacer comentarios. Duro muchísimo tiempo y ni te cuento si tengo que hacer una corrección . Chao
Gracias Motita por tu mensaje y mucha suerte si finalmente decides regresar a Colombia. Sí, tienes toda la razón; lo de dejar comentarios en el blog es bien complicado. Estoy estudiando la posibilidad de hacer una web y que todo sea más fácil
EliminarCon mi marido que es español hemos tenido la oportunidad de conocer una pequeña parte de la selva colombiana tanto del Amazonas como la del Pacífico específicamente por los lados de Nuqui, cada una tiene su propia belleza y una naturaleza espectacular que evoca tanta paz, tranquilidad y sobre todo nos brinda una emoción de disfrutar de todo esto que nos ha dado Dios en nuestra gran tierra Colombiana. A nosotros nos gusto mucho la del Pacífico porque es un poco más virgen, son pocos los turistas y la intervención de la mano del hombre no es tan alta. Pedro nuestro guía iba haciendonos camino por la espesa vegetación y una gran variedad de árboles gigantes que nos protegian de la lluvia que ese día nos acompaño y culminamos nuestra caminata disfrutando del agua de coco bajados directamente por él de unas palmeras demasiado altas, fue una gran aventura Entonces si te es posible visitar está zona del pacífico, tenla presente para un futuro visitar otro pedazo espectacular de la bella Colombia, mi gran tierra.
ResponderEliminarSí! Tengo pendiente viajar al Pacífico y qué maravilla todo lo que me cuentas. Mil gracias por tu mensaje y ¡feliz día!
EliminarYo conozco la selva pero no el amazonas. Seguramente algún día lo haré porque me gusta muchísimo la aventura natural. A lo único que le tengo miedo es al candirú, el pez vampiro jeje. es un pez pequeñito alargado que tiene la manía de meterse por tus genitales cuando te bañas en el rió y ni te das cuenta, creo que les atrae mucho la orina y perciben cualquier rastro por mas pequeño que sea. En fin, el hecho es que también son carnívoros, y una vez adentro te empiezan a comer por dentro, que miedo.
ResponderEliminarToya te faltan foticos tuyas con micos encima de tu hombro y otra acariciando delfines rosados. Son las típicas del amazonas jeje.
Pues menos mal que no me topé con un candirú de esos.....
EliminarSoy una viajera atípica así que fotos con micos y delfines como que no... Prefiero inmortalizar con mi cámara a la gente que allí vive y que me enseñó tanto....