Llegaron hace unos meses a las cálidas y profundas aguas del Pacífico colombiano -casi en la frontera con Panamá-, tras recorrer más de 9.000 kilómetros desde las aguas heladas de la Antártida, a una velocidad máxima de nado de 27 km/h. Allí se quedarán alimentándose -sólo comen en verano y viven de sus reservas de grasa durante el invierno-, apareándose y dando a luz a sus crías. Son las ballenas jorobadas o yubartas, esos increíbles mamíferos llamados así por su habilidad para arquear el dorso antes de sumergirse, que pueden llegar a pesar hasta 40 toneladas y medir 18 metros y que realizan las migraciones más largas de un mamífero a través de un océano.
Hace 20 años, los pescadores colombianos se lo pensaban más vez antes de meterse al mar porque temían toparse con uno de estos "monstruos", a los que llamaban "golfines", y que pensaban capaces de comerse a una persona de un sólo bocado. Pero las cosas han cambiado, y mucho. Hoy, todos las esperan,
Uno de los lugares en Colombia a los que llegan estos cetáceos se llama Bahía Málaga, en donde existía un proyecto para construir un enorme puerto y que menos mal ha quedado desterrado al declararse la zona Parque Nacional Natural. Hay otros destinos como Bahía Solano, Nuquí y Gorgona, pero es en Bahía Málaga donde estas ballenas baten índices de natalidad, siendo estos de los más altos del mundo. Se calcula que allí nace el 22 por ciento del total de ballenatos de la temporada, más de 200. No os penséis que estos bebés son pequeñitos, ni mucho menos: los ballenatos pueden alcanzar hasta los 4,5 metros y pesar una tonelada. ¿Y por qué les gusta tanto a las yubartas este lugar en la costa colombiana? Pues porque el agua está calentita, es muy tranquilo, no es paso de grandes embarcaciones, ni hay depredadores ni contaminación. Todo un paraíso.
A Colombia, las ballenas jorobadas no llegan solas. Hasta cuatro especies de tortugas marinas se acercan hasta aquí para desovar huyendo del frío sur continental: golfina o caguama, negra, carey y laúd. Las acompañan 30 especies de aves migratorias como los chiritos, cuclillos, chirones, correlimos, siriríes americanos y zarapitos. Menudo espectáculo.
En todo el Pacífico ya comenzaron los recorridos para observar a las ballenas jorobadas, escuchar sus cantos -si queréis oírlas cantar, pinchad este enlace- y, sobre todo, ser testigos de sus saltos acrobáticos fuera del agua, un comportamiento que los científicos aún no se explican del todo: ¿Es un intento para ubicarse? ¿Quitarse las algas y plantas de sus lomos al chocar contra el agua? ¿Una estrategia de cortejo? No tengo ni idea pero lo único que sé es que quiero ir a verlas. Mientras tanto, me consuelo con este vídeo.
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