Ya estoy otra vez en Bogotá, feliz, pero con unos kilos de más. La culpa la tengo yo, claro, y todas las deliciosas comidas que me han preparado en casa más las cenas por ahí con mis amigos, los aperitivos, las meriendas y qué se yo. Si es que en España se come muy pero que muy bien ¿Y ahora qué hago si no me puedo abrochar los pantalones? Siempre he tenido claro que lo único que no tiene solución es la muerte así me he puesto a investigar y preguntar y he dado con uno de los remedios colombianos más populares para perder peso: el jugo de tomate de árbol y rábano. Hay que tomar durante diez días un vaso en ayunas y otro antes de la comida -para los colombianos, el almuerzo-. El truco es no pelar ni los tomates ni los rábanos porque es en la piel donde tienen todas las vitaminas y minerales y en especial el yodo que es el que actúa contra los kilos. Tomo nota y me pongo manos a la obra.
Tomates de árbol en España no hay, así que a mis lectores españoles les cuento que es una fruta -no una verdura- también conocida como tamarillo que como veis en la foto tiene forma ovalada y su color varía desde el rojo al anaranjado morado o amarillo. Yo lo he probado en jugo, en ensalada, en mermelada, en postres y está riquísimo. Bajo en calorías, contiene niveles altos de fibra, vitaminas A, B, C y K y es rico en minerales -especialmente calcio, hierro y fósforo- y en pectina, caroteno y proteína. Dicen además que su consumo fortalece la memoria, cura migrañas y cefaleas, beneficia el sistema circulatorio, ayuda a controlar el colesterol y en aceite, elimina las arrugas faciales. Es originario de los Andes peruanos y se cultiva desde Venezuela a Argentina.
Pues aquí estoy, con un insomnio de los que hacen historia después de mi viaje ayer desde España y esperando a que abran la tienda de abajo para comprar unos cuantos kilos de tomaticos y empezar a alimentarme con estos milagrosos jugos "quema-grasas". Ya os contaré el resultado.
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