domingo, 27 de mayo de 2012

¡Mamá ven a buscarme!

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Definitivamente las apariencias engañan. La cara de felicidad que tengo en esta foto es más falsa que Judas pero la puse ante la insistencia de mi amigo Jorge aunque lo que realmente quería en ese momento era tirarme rodando y sin frenos monte abajo. ¿Dónde estamos? ¿Qué pasó? Os cuento nuestra odisea. 

Si a mí me dicen que tengo que andar 20 kilómetros, siete horas sin parar, con un desnivel de 1.600 metros -lo que significa que empezamos a 1.200 metros de altitud y terminamos a los 2.800-, no me levanto ni loca el sábado de mi cama y menos a las 5 de la mañana. Pero bueno, así son las cosas, tenía muchas ganas de salir al monte y me fui para allá sin pensarlo como si fuera una cabra. Ahora, con un dolor de pies que me muero, agujetas por todas partes y un insoportable dolor de riñones repito una y otra vez este mantra: silosenovoy, silosenovoy, silosenovoy.

Comenzamos a caminar en La Vega, un precioso pueblo cerca de Bogotá. Hace muchísimo calor y eso que son las ocho y media de la mañana pero esto es tierra caliente y ya se sabe. Un, dos, un, dos, un dos.... Ay qué dolor; me está rozando mucho la bota derecha; claro son muy nuevas y no están domadas. ¡Sueño con el viejo par que dejé en Murcia! Un, dos, un, dos, un dos... ¿Pero es que esta cuesta no va a terminar nunca? Pues parece que no. Jorge y yo vamos empapados como pollos y el grupo de cabeza, tan campante, como si nada. Un, dos, un dos... El paisaje es precioso pero esto es un suplicio; llevamos caminando tres horas sin parar y cuesta arriba. ¡Socorro, que alguien venga a rescatarme!

De repente pierdo a Jorge de vista: ¡¡¡ Jorgeeeeeeeeeee!!!, le llamo y no me contesta. ¡¡¡¡ Jorgeeeeeeee!!!, nada, ni caso. Lo que faltaba. Ni pensar puedo en bajar a buscarlo porque si lo hago, con lo cansada que estoy, me desmayo. Menos mal que al poco reaparece eso sí, medio muerto y sudando la gota gorda. Madre mía, pienso yo, y este pobre está así y corre maratones y todo. No quiero ni pensarlo. Sigue el camino, siguen las cuestas, sigue el calor y mi dolor de pies -ahora de los dos- es cada vez más insoportable. Pienso en tirarme en medio del camino y quedarme allí plantada pero ¿cómo me van a sacar de aquí? ¿en burro? ¿en caballo? ¿en helicóptero? Opciones que, evidentemente, igual que llegan a mi cabeza quedan descartadas. Sigo caminando y vemos un grupo de toros de lidia; el espectáculo es una belleza. Me acerco a fotografiarlos y plas, me caigo en un hoyo y no me rompo una pierna de milagro. Está visto que hoy no es mi día. ¡Mamá ven a buscarme!

¿Cuánto falta para llegar?, le pregunto al guía. Una hora de subida y luego varios kilómetros en plano, me  dice. ¿Una hora más de subida? ¡Vamos Toya!, me digo a mí misma, ¡ánimo! Disfruta del paseo y del paisaje ¿Vamos Toya? ¿Disfruta del paseo y del paisaje? me dice mi demonio interno; pero si lo que realmente quieres es no haber venido nunca hasta aquí y haberte quedado en tu casita de Bogotá cómodamente tumbada en el sofá. Pues no, ni sofá ni gaitas, a caminar se dijo. Un, dos, un, dos. ¿Eso que veo allí a lo lejos es nuestra furgoneta?, le pregunto a Jorge. ¡Milagro! Hemos llegado. ¿A dónde? A El Dintel, fin de viaje. Y en esta aldea el abrazo del pequeño Caye -y las cervezas bien frías, claro- me hacen olvidarme de todo y sentirme orgullosa de, a pesar de todo, haber llegado. Y la sonrisa de abajo os aseguro que no es forzada.

Podéis ver más fotos de la excursión en este enlace


6 comentarios:

  1. ¡¡¡Toya!!!

    ¿Cómo no te explicaron el nivel de dificultad que tenía la caminata?

    Te aseguro que alguna vez pasé por lo mismo (aquí en España) y me puedo hacer una idea de tus dolores corporales y de cómo está tu maltrecho cuerpo.

    Sinceramente creo que es una falta de "todo" no explicar mínimamente la dificultad de la caminata, el número de kilómetros, el desnivel acumulado, el número de horas que se tarda en hacer el recorrido... en fin, indicar el nivel de dificultad: bajo, medio, alto y/o MUY ALTO, porque si lo hubieras sabido el mantra habría sido otro: menosmalnofui, menosmalnofui, menosmalnofui...

    Bueno, de todo se aprende y aunque tu mami no fue a buscarte, estarás recibiendo todo su cariño en tan solo unos días :) :).

    Cuídate para que te recuperes cuanto antes pues en tu Murcia natal no te van a dejar parar :) :)

    Te mando un fuerte abrazo, o mejor uno más suave que no está el horno para bollos.

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  2. Tienes toda la razón; en la web no ponían nada y claro, no fuimos tan tranquilos. Sabíamos que era larga pero no ¡¡¡¡ cuesta arriba!!! A mí lo que realmente me mató fueron las botas y las ampollas que me salieron en los dos pies al poco de comenzar.
    Sí, estoy feliz, el jueves llego a Murcia y estoy contando las horas para estar con mi familia.
    Ya estoy recuperada; ayer domingo ya me levanté llena de energía y estuve haciendo yoga con unos amigos en un festival que había en el Jardín Botánico
    Mil gracias por tu mensaje y feliz día!

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  3. jaja que flojita. Menos mal no te aventuraste ha hacer el paseo de 6 dias por la selva para llegar a la ciudad perdida de los Teyuna. XD

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    1. ¿¿¿¿ Flojitaaaa???? No, de verdad, no te puedes imaginar la paliza que fue y las heridas que tengo en los pies....

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  4. Lo chévere es que las cosas mas difíciles muchas veces son las que mas recuerdas con cariño y risas.

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    1. Ya estoy pensando en volver a hacer la excursión..... jijiji

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