Lo primero es lo primero: me encanta el billar pero no tengo ni idea de jugar. Y mira que lo he intentado veces. Eso sí, me fascina ese aire retro que se respira en los salones, el golpe seco del taco contra la bola, la precisión del juego, la celebración de una carambola.
El otro día paseando por el centro de Bogotá, frente al Congreso, en los bajos de una preciosa casa colonial, descubrí una tienda -Billares Andrea- dedicada en cuerpo y alma al mundo del billar. Y entré a cotillear un poco. Sandra es la encargada de esta tienda y lleva trabajando veinte años en esto de los billares pero tampoco sabe jugar. Lo que son las cosas. Me cuenta que aquí se puede encontrar una mesa totalmente equipada desde un millón de euros (un poco menos de 500 euros) que es lo que puede llegar a costar un taco de importación. Si lo que buscas es un juego de bolas te lo puedes llevar a tu casa por unos 200.000 pesos. Se venden, además, billares, paños, bolas, tizas, guantes, tacos, birlas...
Cómo me gustan estos pequeños comercios que guardan todo el encanto de los negocios tradicionales y que tristemente están desapareciendo devorados por otros más grandes. Por eso disfruto tanto paseando por el centro de Bogotá y por eso animo a cuidarlo.
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