Ahí va una breve descripción de lo que meto en mi bolso cada vez que salgo a la calle en Bogotá: gafas de sol, bufanda, protector solar, chaqueta y paragüas. Además, claro, de cartera, libreta, bolígrafo, agua... Los guantes no los llevo porque tampoco los utilizo en España. Y para qué tantas cosas, os preguntaréis. No, no me he vuelto loca. Lo que pasa es que aquí en un mismo día hace sol y te achicharras, llueve y cinco minutos después te congelas. Así que más te vale salir a la calle bien preparado.
El otro día, sin ir más lejos, cuando bajé de casa estaba lloviendo a mares y tuve que volver a subir a coger un paragüas. A la media hora salió el sol y si me descuido, me abraso. Media hora después se puso otra vez a diluviar. Al poco dejó de llover pero empezó a hacer frío, así que bufanda al canto. Y así, a diario. En Bogotá pasamos de la primavera al verano, del verano al otoño y del otoño al invierno en un mismo día y sin descomprensión.
He leído en el periódico que estas últimas semanas uno de cada cuatro empleados de Bogotá está de baja laboral afectado de bronquitis, neumonía, faringitis o gripe por tanto cambio brusco de clima. No me extraña. Lo que no sé es cómo yo todavía no he enfermado. Mamá, no te preocupes, tomo mucha vitamina C.
Me cuentan que hace años hubo un meteorólogo bien famoso de la televisión colombiana, Max Enríquez, -como nuestro Mariano Medina español vamos- que no había día que no se equivocara. Ardua tarea la de este señor. En facebook he encontrado un grupo que se llama ¿Por qué Max Enríquez sigue prediciendo el clima si nunca le pega?, si nunca acierta, para que nos entendamos. Qué crueles. Tan loco es aquí el clima que hace ya años que las televisiones decidieron prescindir del pobre Enríquez y de todos sus compañeros de profesión. Total, si no daban una.
Lo que yo os diga: en Bogotá suenan a diario las cuatro estaciones y no las de Vivaldi, precisamente. Mientras me voy acostumbrando a este vaivén climatológico me quedo con una frase que le encanta a mi padre repetir: "Aventurarse el tiempo a predecir es exponerse a mentir".
Jajaj recuerdo perfectamente a Max E., ahora siempre que escucho algún chiste climatológico, alguien responde algo involucrando a Max. Pero debo decir que de hecho era él quien mas acertaba y en él era con quien más nos guiábamos o hacíamos caso, pues como tu dices le salia todo al contrario; si decía que llovería, nosotros ya sabiamos que ni chaqueta ni paraguas necesitabamos. Escuchandolo a él, a los bogotanos nunca nos tomaba por sorpresa el clima XD. Era mejor que la Pitoniza.
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