Si hay algo que me fascina especialmente de Bogotá son sus cielos. Realmente impresionantes. Nunca había visto nada parecido. Y cada día es un espectáculo diferente, un color distinto, una nueva sorpresa, una luminosidad cambiante. Por eso, siempre que camino por esta ciudad miro hacia arriba, esperando el milagro.
Aquí tenéis uno de estos cielitos lindos. La foto es de mi amiga Estefanía Cardona. Gracias preciosa.
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