Sé que Bogotá es una ciudad inmensa, injusta, costosa y ruidosa; reconozco que sus atascos son a prueba de paciencia y que cuando llueve, llueve de verdad; no es tan segura ni tan limpia como nos gustaría, pero a pesar de todo me encanta vivir aquí. Adoro sus cielos, la gente que va y viene, las montañas que la vigilan y a las que subo cada vez que puedo, perderme entre sus calles, comer en sus esquinas y, como no, su excelente oferta cultural. Hay cine, conciertos, conferencias, festivales, buen teatro y grandes exposiciones como la que vi hace unos días en el Museo de Arte Moderno que para celebrar su 50 aniversario ha sacado de los almacenes parte de su colección y qué maravilla ver todas sus paredes repletas con lo mejor del arte colombiano e internacional de los últimos 100 años.
¿Y qué se puede ver en esta exposición? Obra gráfica de grandes como Chagall, Kandinsky, Warhol, Bacon o Picasso; fotografías antiguas; paisajes de los que pasaron por la llamada Escuela de la Sabana; y piezas de reconocidos artistas colombianos como Negret, Alberto Villamizar, Alicia Tafur, Botero, Maruja Suarez, Manzur, Lucy Tejada y Marco Ospina, entre muchos otros. Un lujo, de verdad.
Mucho ha llovido desde que en 1963 la crítica de arte argentina Marta Traba inaugurara este museo en el edificio proyectado por mi admirado arquitecto colombiano Rogelio Salmona. “La gente pensaba que Marta estaba loca, que cómo se le ocurría poner esas cosas abstractas e impresionistas, cuando aquí estaban acostumbrados a un arte mimético que trataba de copiar la realidad tal y como es”, recuerda el curador Eduardo Serrano. En 1969 Marta Traba dejó su puesto de directora, cargo que asumió Gloria Zea quien todavía está al frente de esta institución cuyas salas "fueron testigo de la llegada de la modernidad al país y el desarrollo de una generación de artistas que rompió con la tradición costumbrista". Ahora toca esperar a la deseada ampliación que pasará de los 5.000 metros cuadrados actuales a los 30.000 mil.
Si estáis por Bogotá no dejéis de visitar esta exposición; de verdad es un placer sentarse en la sala de abajo a contemplar en silencio la obra de muchos de los grandes mientras al fondo se ven los inmensos árboles del Parque de la Independencia.
Toya, como siempre gracias por tu sinceridad :)
ResponderEliminar¡Gracias a ti por valorarla!
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