Sígueme en mi nuevo blog colombiadeuna.com
La conocí en su casa a orillas del río Palomino, en plena Sierra Nevada de Santa Marta, a dos horas y media caminando desde el pueblo más cercano. Estaba acompañada de su hija y sus nietos, inmaculadamente vestida como dicta la tradición arhuaca, descalza, con su hermosa cabellera color azabache y sus collares. No hablamos; sólo nos saludamos y ella desapareció. Al rato la vi sentarse en un rincón de la vivienda, todavía alumbrado por la luz del sol que se colaba por las rendijas, y me acerqué; me coloqué a su lado y permanecí en silencio mientras la veía desenredar el hilo con el que estas mujeres tejen desde niñas sus mochilas (foto de abajo). Así estuve un buen rato, admirada de su habilidad y destreza, hasta que al final le pedí permiso para fotografiarla y aceptó. Y entonces, como por arte de magia, se rompió el hielo y empezamos a hablar mientras ella no dejaba de hacer rodar los carretes de hilo por sus piernas y movía sus brazos de un sitio a otro sin parar; Lo confieso, me hubiera quedado horas y horas a su lado, en su casita apartada del mundo, aprendiendo a tejer, a escuchar y a vivir en paz.Podéis seguirme en twitter @colombiadeuna y ver más fotos de éste y de otros viajes en mi página de Facebook.
Cuantas experiencias, cuantos recuerdos inolvidables...
ResponderEliminarBesos.
¡Besos!
EliminarToya, estas tomando un estilo de narración muy bonito, muy caracteristico de la narrativa literaria, no se, pero te veo madera de escritora, a lo mejor deberias probar y comenzar a escribir pequeñas novelas sobre cosas que te inspìren, cosas como las que narras en esta ocasión.
ResponderEliminar