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Una confesión para empezar el día: no me gustan los hoteles todo incluido, esos en los que nada más llegar te colocan una pulsera y a comer y beber como si se fuera a acabar el mundo. Sueño con alojamientos lujosos y exclusivos pero el presupuesto no me da para tanto así que cuando viajo intento encontrar esos rincones llenos de encanto pero asequibles a mi bolsillo en los que me quedaría días y días porque me cuidan y me hacen sentirme como en casa. Escondido en el Pacífico colombiano, en el Departamento del Chocó y cerca de Bahía Solano, existe uno de estos lugares y se llama El Almejal.
¿Y qué tiene de especial este sitio? Mil cosas. Playas en el mundo hay muchas y seguro que conocéis unas cuantas pero como la que tiene enfrente este ecolodge os puedo asegurar que no tantas. En mis viajes por el mundo pocas playas he visto tan hermosas como la de El Almejal (en la foto de abajo), inmensa, misteriosa, solitaria. Cuando baja la marea el mar se retira muy adentro y los kilómetros de oscura arena que quedan al descubierto brillan como un espejo. Hay selva húmeda tropical por todos lados, arroyuelos que bajan desde las alturas, pozos a modo de jacuzzi, rocas volcánicas. Menudo panorama.
Todo en El Almejal está pensado y hecho con amor: desde la huerta orgánica donde se cultivan vegetales e hierbas aromáticas, la cocina con las mejores recetas de la región y que incluye pescado fresco todos los días, hasta la decoración de las doce cabañas independientes dotadas con todo tipo de comodidades y de la exclusiva y privada cabaña-suite, construida a 15 metros de altura sobre el nivel del mar en uno de los mejores miradores de la zona.
Hace ya más de treinta años que Doña Elvía Vásquez se montó en Medellín junto a sus dos hijos en un avión de carga rumbo a Bahía Solano en busca de un lugar donde pasar el verano. Tanto se enamoró del lugar que compró un terreno, construyó una cabaña, y luego otra, y luego otra hasta convertir El Almejal en uno de los mejores alojamientos de Colombia y uno de los 65 casos de buenas prácticas ecoturísticas según la Organización Mundial de Turismo. Felicitaciones.
A El Almejal se va a ver delfines y las ballenas yubarta que llegan cada año desde la Antártida y Chile, disfrutar del Parque Nacional Ensenada de Utría y sus playas vírgenes, presenciar el desove de las tortugas y participar en el Proyecto Golfina puesto en marcha por este ecolodge para conservar esta especie amenazada, observar aves, navegar por los manglares, caminar por la selva. Pero sobre todo os lo recomiendo como un oasis de paz y tranquilidad y todo un paraíso en la tierra.
Por cierto, ¿a vosotros qué tipo de alojamiento os gusta cuando estáis de viaje?
Hace ya más de treinta años que Doña Elvía Vásquez se montó en Medellín junto a sus dos hijos en un avión de carga rumbo a Bahía Solano en busca de un lugar donde pasar el verano. Tanto se enamoró del lugar que compró un terreno, construyó una cabaña, y luego otra, y luego otra hasta convertir El Almejal en uno de los mejores alojamientos de Colombia y uno de los 65 casos de buenas prácticas ecoturísticas según la Organización Mundial de Turismo. Felicitaciones.
A El Almejal se va a ver delfines y las ballenas yubarta que llegan cada año desde la Antártida y Chile, disfrutar del Parque Nacional Ensenada de Utría y sus playas vírgenes, presenciar el desove de las tortugas y participar en el Proyecto Golfina puesto en marcha por este ecolodge para conservar esta especie amenazada, observar aves, navegar por los manglares, caminar por la selva. Pero sobre todo os lo recomiendo como un oasis de paz y tranquilidad y todo un paraíso en la tierra.
Por cierto, ¿a vosotros qué tipo de alojamiento os gusta cuando estáis de viaje?
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